Reflexiones de Carlos Navarrete
SOBRE LA FINANCIACIÓN DE LOS PARTIDOS
"La futura ley adolece de los mismos grandes defectos que tenía la anterior. Por lo pronto, no se toca un tema importante como es el de los créditos bancarios a los partidos. Los bancos muchas veces les conceden condonaciones, que pueden ir al capital o a los intereses de los créditos otorgados. Jurídicamente no es una donación, pero económicamente está muy claro que sí lo es, y eso le concede al banco cierto poder sobre las formaciones políticos. Y tenemos un sistema bancario bastante caro en lo que se refiere a intereses, a condiciones generales de contratación... Pienso que una de las razones por las que el sistema bancario no es controlado más eficazmente por el Banco de España es por este trato de favor a los partidos".
"Tanto la ley anterior como la nueva permiten las donaciones a los partidos que no sean finalistas. La expresión es un tanto eufemística y ambigua. Significa que no se puede dar dinero a un partido con un fin predeterminado, pero eso es puramente platónico: nadie va a ser tan tonto como para documentar qué es lo que quiere conseguir a cambio del dinero equis. En la mayoría de las ocasiones, está claro que se busca algo. En algunos casos, se hace para obtener un contrato de obras o de servicios públicos, como la limpieza de una ciudad, y naturalmente no se dice cuál es el motivo de la donación. A veces incluso se llegan a cobrar donaciones a todos los que participan en un concurso público, a sabiendas de que alguno será siempre el adjudicatario".
"Actualmente la gente entra a militar en un partido por unos ideales o por oportunismo vital. Ni unos ni otros, hasta que llevan cierto tiempo, suelen preocuparse por la financiación, sobre todo porque es un tema muy técnico y la gente no suele preguntar. Por ello, la mayoría de las donaciones que se hacen, legal o ilegalmente, no son conocidas por los afiliados hasta que salta el escándalo porque alguien comete la indiscreción. En Alemania se han producido casos en que los partidos han recibido donaciones para rebajar impuestos a un individuo. En otros casos, se ha hecho una adjudicación y ese donante ha presentado la oferta más barata, pero pasan seis meses o un año y se le acepta una revisión de precios con la que termina resarciéndose y obteniendo además un beneficio. Así, cualquier encarecimiento como consecuencia de una donación va con cargo a los presupuestos. Y a quien le sale caro es al ciudadano".
"El ciudadano de la calle, al que le quedan resabios de apoliticismo franquista, ve que los partidos políticos gastan dinero y eso le parece mal. Y cuando se entera de que en la Ley de Presupuestos que se está discutiendo hay una partida destinada a financiar a los partidos, se escandaliza. Pero a mí, ¿de qué me sirve que mi Ayuntamiento no le dé a tal partido tanto dinero y a tal otro tanto menos si va a completar su financiación recurriendo a la autorización de volúmenes no permisibles de construcción o a la adjudicación de un contrato de limpieza para que ese individuo se cobre con creces con cargo al presupuesto la donación que le ha hecho al partido? ¿De qué me sirve que la parte del crédito bancario que se le condona a un partido la sufra la entidad bancaria si luego tengo que pagar más intereses y más gastos, o quién sabe si más facturas de gas o luz?... Sería necesaria una conciencia ciudadana que obligue a los partidos a cambiar su visión del problema".
"Hay individuos no elegidos, fontaneros de los partidos que se dedican a ese trabajo mafioso de conectar con individuos de empresas o ser los receptores de los intentos empresariales por doblegar la voluntad de los partidos mediante donaciones. Hay un personal, tanto en la empresa como en los partidos, que se mueve en ese mundo negro y miserable. Y llegan a obtener un poder inmerecido tanto en el mundo empresarial como en la política, constituyendo una jerarquía alternativa. A lo mejor un individuo que no es el dirigente de un centro de actividad empresarial en una provincia manda más porque se dedica a este tipo de tareas en la empresa que el jefe de la provincia. Y en el campo político igual: un individuo que goza de la confianza de un partido para realizar este tipo de actuaciones a veces manda más que un secretario general o un presidente provincial o regional del partido. Esto desnaturaliza la vida interna de las formaciones políticas. A lo mejor se están esmerando en hacer las cosas bien en un ayuntamiento y de pronto les llega una orden, no se sabe de dónde, de que tal contrata es mejor que tal otra y de que la ejecutiva recomienda que la adjudicación se haga a esa tal. Como, por su propia naturaleza, este tipo de actividad es clandestina, no es posible controlar de manera escrupulosa a estos sujetos. Y se puede dar el caso de que un individuo haga una donación a un partido político de un millón de euros y que se ponga de acuerdo con el representante del partido para quedarse entre ambos con parte de la donación... Estamos ante un caso con cierto paralelismo a un argumento que daba el penalista Jiménez de Asúa, que decía que la simple existencia del verdugo justifica que no exista la pena de muerte. Pues bien: la simple existencia de esta mafia, que muchas veces son cuñadísimos o yernísimos, justifica la no existencia de las donaciones".
"Los expertos dicen que ningún partido podría vivir de las cuotas de sus militantes si quiere salir del anonimato y ser conocido por los ciudadanos. Pero con las donaciones tampoco: ambas representan la parte menor de financiación de un partido. Y por eso resulta penoso que la objetividad de un partido se vea menoscabada por algo de una entidad menor... Mire usted: mientras se aprueba esta ley, se está tramitando una de derechos y deberes de la Guardia Civil que se ocupa de las asociaciones de la Benemérita, donde se establece las posibilidades de financiación de estas asociaciones. Pues bien, se prohíben las donaciones a favor de las mismas. El motivo es evidente: la Guardia Civil no puede perder su objetividad porque el rico de un pueblo, como ocurría antaño, les pagaba el café y ellos ponían especial celo en la vigilancia de sus propiedades. A mí no se me ocurre un sistema en el que el sueldo de los jueces fuera costeado, aunque fuera sólo en parte, por particulares. Porque en un determinado momento podrían ser litigantes ante ese juez. Y los partidos, que tienen que defender intereses de la colectividad, necesitan de ese grado de independencia. Un partido está en su derecho de defender que haya menos impuestos. Lo que no puede es defender que haya menos impuestos para tal empresa porque me da dinero. Y eso ocurre con mucha frecuencia".
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