22 enero 2009

Análisis


A lo peor soy el único idiota que se ha leído de pe a pa el Alegato contra la crisis de Juan Ceada en la página 14 del Odiel de hoy. Venga, vale, corrijo: Martínez Macarro y yo, pero paren ustedes de contar.
Habría que extractar un par de reflexiones, hondas como el mal. «Yo creo más (sin importarme en este caso los colores) en Zapatero que en Botín», apunta con fe el predecesor de Pedro Rodríguez en la Alcaldía de Huelva. «A Zapatero lo voto y le puedo pedir cuentas, a Botín, ni lo voto ni le puedo pedir cuentas». El exceso de sentido común suena siempre chistoso. Por cierto: ¿cuál es el color del presidente del Santander?
Luego Ceada quiere centrarse y puntualiza. «Me quiero referir a lo esencial de mi tesis. Y que apoya lo que ha dicho Sarkozy. ‘Refundar el capitalismo'». Y a partir de ahí es cuando se lía y me lía. Porque invita a los gobernantes nacionales a pedir perdón y a explicar sus culpas ante la ciudadanía local. Pero empieza a repartir culpas y resulta que hasta los niños de teta parece que han nacido con el pecado original de la crisis.
«Porque es verdad, que los financieros tienen mucha culpa, es verdad que los poderes públicos, se han muerto de amor y triunfalismo con el Mercado. Pero no es menos cierto, que nosotros los ciudadanos nos hemos acoplado a ello y hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, donde valía más el ‘pelotazo’ que el esfuerzo sostenido».
Si uno, para explicar la crisis en toda su amplitud, empieza atacando a «Greenspan, su Dios», y acaba hablando del vecino de La Orden, me temo muy mucho que en ese discurrir, y por honestidad intelectual, al menos debiera haber nombrado a algunos de los presidentes que se han ido sucediendo al frente de la caja de ahorros El Monte durante los últimos 15 años. Porque si no, amigo mío, lo que parece es que se quisieran silenciar algunas culpas principales en lo municipal.

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