Estado cofrade
Faltaba el artículo de Alejandro Márquez sobre el lacito blanco y ya lo tenemos, recién horneado y en página impar, como toca.
Se identifica como cofrade a secas y dice algunas cosas estupendas, como que «en el seno de una sociedad democrática» las cofradías tienen derecho a expresarse libremente (¿con Franco no pasaban estas cosas quizás?), pero que «antes de emitir, públicamente y con carácter corporativo, pronunciamientos con un inequívoco trasfondo político, las juntas de oficiales deberían considerar que la Semana Santa es una celebración que trasciende las fronteras de lo estrictamente religioso, para convertirse en una celebración eminentemente popular». En definitiva que se callen, ¿verdad?
Alejandro reivindica su comodidad capillita cual derecho fundamental de la persona. Y por si no fuera suficiente argumento tan subjetivo, saca el palo y amenaza con que algunas instituciones que no le son nada ajenas le quiten a los portadores del Cristo tal o la Virgen cual la zanahoria a garrotazos, puesto que, «llegado el caso, los poderes públicos estarán en su legítimo derecho de plantear la redefinición de la relación que mantienen con las cofradías». ¿Cumpliría instrucciones el embajador de España en la Ciudad del Vaticano, Paco Vázquez, en circunstancias tales?
Pero lo que me hiela, viniendo como viene de un socialista a carta cabal como Márquez, es esta reflexión genial: «Un Estado aconfesional debe limitarse a garantizar la libertad religiosa y de culto, pero desde la imparcialidad, sin decantarse por una confesión determinada. Y es evidente que la relación que actualmente mantienen los poderes públicos y las cofradías no se ajusta a esos parámetros». Para Alejandro, basta con que no le jodan ni a él ni al pueblo llano con lacitos contra Bibiana Aído para seguir manteniendo lo que él mismo considera un palmario tratamiento inconstitucional. La puta gracia que le hará leerlo a un ateo combatiente o a un musulmán sin mezquita.
Se identifica como cofrade a secas y dice algunas cosas estupendas, como que «en el seno de una sociedad democrática» las cofradías tienen derecho a expresarse libremente (¿con Franco no pasaban estas cosas quizás?), pero que «antes de emitir, públicamente y con carácter corporativo, pronunciamientos con un inequívoco trasfondo político, las juntas de oficiales deberían considerar que la Semana Santa es una celebración que trasciende las fronteras de lo estrictamente religioso, para convertirse en una celebración eminentemente popular». En definitiva que se callen, ¿verdad?
Alejandro reivindica su comodidad capillita cual derecho fundamental de la persona. Y por si no fuera suficiente argumento tan subjetivo, saca el palo y amenaza con que algunas instituciones que no le son nada ajenas le quiten a los portadores del Cristo tal o la Virgen cual la zanahoria a garrotazos, puesto que, «llegado el caso, los poderes públicos estarán en su legítimo derecho de plantear la redefinición de la relación que mantienen con las cofradías». ¿Cumpliría instrucciones el embajador de España en la Ciudad del Vaticano, Paco Vázquez, en circunstancias tales?
Pero lo que me hiela, viniendo como viene de un socialista a carta cabal como Márquez, es esta reflexión genial: «Un Estado aconfesional debe limitarse a garantizar la libertad religiosa y de culto, pero desde la imparcialidad, sin decantarse por una confesión determinada. Y es evidente que la relación que actualmente mantienen los poderes públicos y las cofradías no se ajusta a esos parámetros». Para Alejandro, basta con que no le jodan ni a él ni al pueblo llano con lacitos contra Bibiana Aído para seguir manteniendo lo que él mismo considera un palmario tratamiento inconstitucional. La puta gracia que le hará leerlo a un ateo combatiente o a un musulmán sin mezquita.
Etiquetas: PSOE de Huelva
2 comentarios:
Becerro, que no te enteras, que uno es cristiano y está contra el aborto hasta que se le queda preñada la niña con sólo 14 ó 15 años.
Hasta los de Córdoba han dado marcha atrás ¡menudos cristianos! Eso sí, esta Semana Santa a sacar pecho delante del paso y a no perderse ni una misa. Creo recordar que en diversos pasajes del Nuevo Testamento, Jesucristo despreció a los hipócritas. Pues ahí estarán, luciendo medallas delante de los pasos.
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