Bochorno sistemático

Provoca vergüenza ajena el gentío y las banderas regionales a la entrada del TSJ de Valencia ante la declaración como imputado del presidente Francisco Camps. Pero desde luego no genera menos bochorno que los autobuses que se fletaron desde Andalucía para despedir con aplausos a los condenados Barrionuevo y Vera a su entrada en la cárcel de Guadalajara (¿febrero de 2003? Con la conexión en directo de CNN+. No hace tanto, ¿verdad?). Las simetrías suelen asustar, digamos que por su propia naturaleza.
La mayor ovación del grupo parlamentario socialista a Chaves que yo le he escuchado en cinco años (con todos los diputados puestos en pie; ni en la investidura resuenan tantas palmas) se produjo en una sesión de control al Gobierno andaluz al término de la pasada legislatura, cuando el ex presidente de la Junta se ratificó ante el pleno en la querella que perdió contra El Mundo. ¿Incultura democrática? Puede ser, pero particularmente opino que es algo que va más allá, que no se puede cubrir y listo. En todo caso, más que la causa, sería una consecuencia.
El tío que va en puesto de salida en una lista electoral y que sabe que en realidad no tiene nada que agradecerle al pueblo soberano y sí al partido (y si acaso al legislador, por eso de las sinécdoques), ése termina —tarde o temprano— perdiendo la perspectiva ciudadana y toda referencia que no sea la puramente partidista. Y el resultado no puede ser otro que esta grima social, que seguirá restando votantes comicio tras comicio y, por ende, socavando el sistema democrático. Pero eso sí: a nuestros representantes se la repanfinfla.