Un valor electoral imprevisto e imprevisible
Da que pensar que, a nueve días de la celebración de las elecciones vascas, el candidato a la reelección como lehendakari, el peneuvista Juan José Ibarretxe, se funda ante las cámaras en un abrazo con el padre de Mari Luz, su tocayo Juan José Cortés.
Si en las antípodas de este país y en pleno sprint final de campaña un político nacionalista ufano de su RH condiciona su agenda para dejarse fotografiar a media mañana con un gitano de El Torrejón y pastor de la Iglesia Evangélica, es porque puede demostrarse empíricamente que la cercanía a este vecino onubense genera votos. Ya sea por empática solidaridad con ese dolor intenso que supone perder una hija (y más aún en circunstancias tan presuntamente atroces), por la ejemplar entereza con la que hasta hoy ha afrontado ese drama inabordable, por su inaudita capacidad de movilización ciudadana (2,3 millones de firmas es una auténtica hazaña, incluso si estuvieran mal contabilizadas) o porque tiene esa facilidad para hablar siempre con el corazón mirando de frente a los ojos, el caso es que Juan José Cortés se está demostrando como un sólido valor electoral.
Su encuentro con Ibarretxe en una cafetería, como para revestir la cita bilbaína de casualidad (y restarle carga institucional de paso), constituye la prueba del nueve en este sentido. Pero es que también hay otro barómetro más puramente callejero y cercano, como es el de los carnavales, que también acaban de dictar su sentencia inapelable. Las letrillas de las comparsas onubenses y gaditanas han premiado por unanimidad a la figura del padre de Mari Luz, asumiendo sus postulados desde las tablas del Gran Teatro y del Falla y poniendo de vuelta y media a la demonizada autoridad judicial, sinónima de la toga de Tirado. De modo que cabe preguntarse si al PSOE no le interesaría tal vez ir sondeando al «compañero» Cortés (fue el ex secretario general del partido, Javier Barrero, quien reveló la militancia socialista de Juan José cuando iba a visitarlo con una delegación de dirigentes en aquellos interminables Días sin Luz) sobre si le apetecería ir en un puesto destacado de una futura candidatura municipal con la idea, por ejemplo, de convertirse en el próximo concejal de Deportes, liberado y con mando en plaza en el Recreativo de Huelva.
No estamos diciendo aquí que vaya a pasar ni que esté ahora mismo en la mente de nadie ni siquiera sugerirlo. Lo que planteamos es que hay elementos objetivos suficientes como para sospechar que la presencia de Juan José Cortés en una contienda electoral tendría un reflejo directo en las urnas, objetivable. Ahora bien: partiendo de que estamos hablando de una mera hipótesis, ¿no sería condición sine qua non que el partido que fuera capaz de enrolarlo (PSOE, PP o el que lo intente) defendiera a nivel nacional la reforma constitucional y/o el referéndum para imponer cadena perpetua a asesinos y pederastas?
Si en las antípodas de este país y en pleno sprint final de campaña un político nacionalista ufano de su RH condiciona su agenda para dejarse fotografiar a media mañana con un gitano de El Torrejón y pastor de la Iglesia Evangélica, es porque puede demostrarse empíricamente que la cercanía a este vecino onubense genera votos. Ya sea por empática solidaridad con ese dolor intenso que supone perder una hija (y más aún en circunstancias tan presuntamente atroces), por la ejemplar entereza con la que hasta hoy ha afrontado ese drama inabordable, por su inaudita capacidad de movilización ciudadana (2,3 millones de firmas es una auténtica hazaña, incluso si estuvieran mal contabilizadas) o porque tiene esa facilidad para hablar siempre con el corazón mirando de frente a los ojos, el caso es que Juan José Cortés se está demostrando como un sólido valor electoral.
Su encuentro con Ibarretxe en una cafetería, como para revestir la cita bilbaína de casualidad (y restarle carga institucional de paso), constituye la prueba del nueve en este sentido. Pero es que también hay otro barómetro más puramente callejero y cercano, como es el de los carnavales, que también acaban de dictar su sentencia inapelable. Las letrillas de las comparsas onubenses y gaditanas han premiado por unanimidad a la figura del padre de Mari Luz, asumiendo sus postulados desde las tablas del Gran Teatro y del Falla y poniendo de vuelta y media a la demonizada autoridad judicial, sinónima de la toga de Tirado. De modo que cabe preguntarse si al PSOE no le interesaría tal vez ir sondeando al «compañero» Cortés (fue el ex secretario general del partido, Javier Barrero, quien reveló la militancia socialista de Juan José cuando iba a visitarlo con una delegación de dirigentes en aquellos interminables Días sin Luz) sobre si le apetecería ir en un puesto destacado de una futura candidatura municipal con la idea, por ejemplo, de convertirse en el próximo concejal de Deportes, liberado y con mando en plaza en el Recreativo de Huelva.
No estamos diciendo aquí que vaya a pasar ni que esté ahora mismo en la mente de nadie ni siquiera sugerirlo. Lo que planteamos es que hay elementos objetivos suficientes como para sospechar que la presencia de Juan José Cortés en una contienda electoral tendría un reflejo directo en las urnas, objetivable. Ahora bien: partiendo de que estamos hablando de una mera hipótesis, ¿no sería condición sine qua non que el partido que fuera capaz de enrolarlo (PSOE, PP o el que lo intente) defendiera a nivel nacional la reforma constitucional y/o el referéndum para imponer cadena perpetua a asesinos y pederastas?
De 'El Rompecabezas Onubense', publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 22 de febrero de 2009
Etiquetas: PP de Huelva, PSOE de Huelva
4 comentarios:
Si yo me encontrara al Sr. Cortés en una cafetería, no te quepa la menor duda que también le daría un cariñoso abrazo. No es cosa de votos sino de humanidad. Por otra parte, a quien no se lo daría jamás es al mal Juez Tirado ¿no harías tú lo mismo Manuel Becerro?
Si fueras político y estuvieras al lado de las elecciones y le dieras el abrazo en la cafetería delante de los fotórgrafos, pensaría lo mismo de ti que de Ibarretxe. Si es por humanidad no sé qué hacen los fotógrafos al lado. ¿Recuerdas cuando a Cortés lo esquivaban al principio, cuando exigía la cadena perpetua? Hasta que no logró los millones de firmas, se le intentó desanimar institucionalmente. Luego se le colgó hasta la medalla de Huelva, por su comportamiento cívico. ¿Soy el único que piensa que el drama que subyace en todo esto no justificaría ningún premio? ¿Merece la medalla la madre de Ana Jerez Cano, más o menos que el padre de Mari Luz? Sobre el juez Tirado, me parece más tramposo que estúpido darle este tratamiento de apestado. Será corporativismo, pero creo que no se le debe retirar el saludo a ese magistrado. Queda respondida tu pregunta, anónimo.
Yo creo que la reflexión es muy acertada. Son hipótesis, casi vacilaciones mentales, pero parece posible, aunque lejano.
Otra cosa es lo del abrazo. Señor o señora anónimo ¿Crees que el encuentro de Ibarretxe con Cortés es casualidad? Te recuerdo que por un voto se bañó Fraga en Palomares. ¿No ganan ahora dándose abrazos entre cafetitos?
Manolo, deformas los hechos y te inventas las circunstancias. Sigue así chico, a eso se le llama demagogia. Lo importante no son los fotógrafos ni que Ibarreche sea político, lo importante es el abrazo.
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