Apadrina un chiringuito
Si quitan los chiringuitos de las playas, a partir de ahora que no cuente ya nadie conmigo para ir a caminar junto a la orilla y hundirnos en una ola. Porque yo, por mucho que tararee, nací en el Andévalo y no en el Mediterráneo. Y sin un techo donde cobijarme, a ser posible con el soniquete del informativo de radio de fondo, me quemo como un mártir en las arenas así me embadurne con un bote entero de protección solar. ¿Hortera, bestiajo ecológico? Pos fale, pos m'alegro, que escribiría Ivá. La verdad es que me siento más un simple superviviente, de los que si se tienen que ahogar prefieren hacerlo con cerveza que con agua más sucia que salá.
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