¿Miedo a qué?

¿Qué temía exactamente la ex popular Josefa Rodríguez que le preguntaran los periodistas en su comparecencia de ayer por la mañana ante los medios de comunicación, en la que se limitó a leer el anuncio de su salida del equipo de gobierno de Pedro Rodríguez por serias discrepancias, al parecer, tanto con las políticas como con las convicciones paritarias del alcalde? ¿Quizá no quería que le reclamaran las razones de que sea la primera en abandonar el barco justo en este momento, cuando apenas quedan dos meses para las elecciones municipales y tras siete años y pico en nómina de un equipo que «no cree en la igualdad real de la mujer»? Difícil respuesta tiene ese ‘¿Y por qué no antes?’ que, por puro afán informativo, le inquiriría no ya cualquiera de los plumillas que cubrían su rueda de prensa, sino hasta el más inocente de los ciudadanos de Huelva. ¿O tal vez de lo que no quería hablar Pepa Rodríguez es de la incongruencia supina que representa el hecho de que, durante sus primeros cuatro años de liberada política en el Ayuntamiento de la capital, estuviera precisamente al frente del área municipal destinada a las onubenses? ¿Entre 1999 y 2003 sí trabajaba el PP por la «igualdad real» de la mujer y ahora ya no? También se le podía haber interrogado —por qué no; Queremos saber— sobre las personas a las que (por experiencia y amistad, que es lo que cuenta en estos casos) ha consultado y en las que se está apoyando para dar este paso al frente. O dicho de otra forma, más clara: ¿quién se ha encargado de llevar a la sede de la Plaza del Punto su renuncia a la militancia popular y a qué bufete de abogados está vinculada profesionalmente esa persona? Pero eso pertenece a la trastienda de la política (donde en realidad se cuece casi todo), que es una zona vetada para la ciudadanía, para el gran y soberano público electoral, que en consecuencia se tiene que limitar a exigir que sus representantes institucionales no se demuestren contradictoriamente absurdos en su quehacer diario, un vicio en el que sin duda está incurriendo la edil dimisionaria, quien tampoco nos ha aclarado (es lo que pasa cuando no se les permite a los representantes del cuarto poder hacer preguntas) si, por un casual, tenía la certeza de que se iba a quedar fuera de la candidatura que se supone que el alcalde tiene que terminar de confeccionar en un par de semanas, donde probablemente ahora sí que se cuidará muy mucho de situar a gente de trayectoria menos difusa, más intachable desde sus orígenes. En definitiva, que adiós conversos (y conversas, claro). Y tapones en los oídos para aguantar la tamborrada.

Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 20 de marzo de 2007