07 mayo 2008

El legado de Estévez


La última gran contribución de Carlos Estévez a la Cuenca Minera es este fenomenal galimatías judicial que amenaza con truncar definitivamente los ambiciosos proyectos en ciernes para reanudar la extracción de cobre en Cerro Colorado. La sentencia que acabamos de conocer, que declara la nulidad de pleno derecho de esa ampliación de capital ratificada en 2002 «con palpable y manifiesta ausencia de buena fe» y que fue la que le permitió al ex consejero delegado de MRT pastorear la liquidación de la compañía, añade unas dosis de incertidumbre letales para las ilusiones económicas de cualquier inversor que se asome a la corta sin estar como una auténtica regadera. Porque, por mucha táctica dilatoria que pueda comportar a partir de ahora el juego leguleyo de los recursos de apelación, es evidente que también existe el riesgo puro y duro de que, en el día de mañana, al que vaya a jugarse los cuartos minerometalúrgicos en Riotinto lo pongan de patitas en la calle con un cierre de instalaciones decretado en su ceguera por la incontestable autoridad judicial preventiva o definitivamente, dependiendo de si se ha terminado de dilucidar o no quién es el verdadero propietario de esa llave maestra de la que Estévez, por su cara bonita, ha estado sacando tantas copias como gente la viene reclamando ahora como propia. Con todo, empieza a parecer bastante clara —si es que se puede emplear ese calificativo— una cosa (y que me perdonen los neófitos, porque no hay otra forma de explicarlo en una sucinta columna de opinión): que a los chipriotas de MMS Tartessus, que se aferran al blasón del ex consejero autonómico Guillermo Gutiérrez para lograr de la Administración regional las autorizaciones mineras que se le negaban primero a Luis Arias&Company y después a los socios suizos (para poder exportar todo el cobre que quería transformar la dictadura china), al final pueden terminar quitándoles la sartén por el mango los antiguos trabajadores, fritos más que por cobrar todo lo que se les debe, por ver a Carlos Estévez purgando sus pecados. Ex trabajadores que, además, son perfectamente conscientes de la revalorización estratosférica que han experimentado esos terrenos cuya propiedad (recordarlo provoca sonrojo contribuyente) la Junta de Andalucía rechazó despreciativamente hace un década, aunque la SAL se mostrara entonces dispuesta a ponerle el lacito a tantísima hectárea colonial a cambio de las prejubilaciones que entre todos seguiremos pagando por bastantes años más… Digo yo que alguna moraleja habrá que extraer de este cuento de Estévez si termina con la vuelta al poder, mediante sentencia firme, de los de «la pequeña Cuba», ¿verdad?



Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 8 de mayo de 2008

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