14 mayo 2008

Para quienes abren la puerta

Ya sea con palabras o con hechos, el PSOE sigue difuminando a conciencia las fronteras de su política medioambiental desde las instituciones principales del Estado autonómico, dejando para el archivo gráfico aquellas fotos preelectorales con Al Gore y contra el cambio climático del primo de Rajoy. Primero fue José Luis Rodríguez Zapatero el que no sólo le agregó al Ministerio de Medio Ambiente la divertida coletilla de «y Medio Rural y Marino», sino que además destituyó a Cristina Narbona para el llanto amargo de todas las organizaciones ecologistas españolas y transnacionales. Después, Manuel Chaves le ha entregado al PSOE de Huelva las llaves de la Consejería de Medio Ambiente, como el padre que le deja a su hijo en la puerta de casa un utilitario por haberse licenciado. Para más inri, han situado al frente del departamento a una dirigente política lista como pocas, vale, pero con una experiencia nula en la materia. Finalmente (bien porque la historia es circular, bien porque justifica casi todos los atrevimientos) se vuelve a sellar en Huelva de facto el pacto de sangre impuesto por los socialistas entre la defensa del medio natural y el mundo agrario mediante la designación como delegado provincial de Medio Ambiente del que durante ocho años lo ha venido siendo pero de Agricultura y Pesca, el bollullero Juan Manuel López Pérez, quien en sus primeros balbuceos nos resumía, hace 48 horas, su compromiso con los pajarillos y las abulagas con esta frase digna de esculpirse en el mejor mármol de Toscana: «Las palabras desarrollo y sostenible estarán siempre en el cabecero de mi cama»... Sin poder quitarme de la cabeza la imagen de un dormitorio tan sumamente kitsch (sólo le falta el crucifijo gótico sirviendo de ‘y’) con este alto cargo roncando decúbito supino noche tras noche (por cierto: el mismo que ha estado justificando durante casi una década los intereses y los desmontes de los agricultores que extraen agua de los acuíferos doñanescos), me viene a la memoria alguna anécdota cómica de otros tiempos en los que la Consejería de Medio Ambiente no lo era del todo, sino que compartía despacho con asuntos que poco o nada tienen que ver con el lince ibérico. Me refiero a cuando estaba integrada en la Consejería de Cultura, y aquí hubo un delegado que era capaz de explicarte en detalle las consecuencias de cualquier vertido del Polo Químico a los cinco minutos de haberse producido pero que se las veía y se las deseaba si tenía que presentar el último libro de un autor onubense. Esa puerta se está reabriendo ahora con más intención que inocencia. Y viendo a los que han puesto para custodiarla, podemos imaginar qué hipótesis nos van a ir colando de a poco.
Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 15 de mayo de 2008

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