CAMBIO DE GUARDIA
Perspectiva Onubense
Las Piezas del Puzzle
CAMBIO DE GUARDIA
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CAMBIO DE GUARDIA

Ríete tú de la transformación del capullo en la mariposa, de la reconversión en cisne del patito feo, de los retoques de Ana Obregón y otras viejas glorias carpetovetónicas. El PSOE ha decidido meter en sus talleres a su secretario de Organización, Mario Jiménez, en vísperas de su coronación como secretario provincial, y el dirigente tuneado que salga de ahí poco o nada tendrá que ver con lo que hemos visto hasta ahora, que resultaba ciertamente incompatible con las responsabilidades orgánicas sobrevenidas tras el ascenso a los altares federal y regional de Javier Barrero y Petronila Guerrero, los líderes natos y puros del socialismo onubense durante la última década.
Una de las opciones que vienen barajando durante estos últimos días los encargados de la metamorfosis es la de recuperar la figura del portavoz de la ejecutiva, para que gestione los marrones que surjan a partir de ya y que hasta ahora se ha estado comiendo en exclusiva sin rechistar años y años el parlamentario moguereño, cuya hemeroteca gráfica está colmada de instantáneas tan inolvidables, tan de enmarcar y colgar en su despacho como la de la presentación de la moción de censura de Gibraleón en el hotel Monteconquero, junto a Serrato y llevando del brazo a Esperanza Ruiz como el padrino de una boda clandestina de la que tuvo que desmarcarse finalmente tras aquel antenazo pendiente aún de sentencia.
La figura política Mario no se puede seguir quemando con cualquier falla. Y si el perfil que se está buscando para la secretaría de Organización es el de una Leire Pajín, está claro que habrá que inventarse un puesto para alguien dispuesto a reconducir biliarmente su discurso y a dejarse fotografiar si hace falta con el mismísimo diablo. Porque un secretario general no está ni se le requiere para desatascar cañerías, o para preocuparse por cada fuga de agua. El líder está para otros menesteres, supraterrenales por denominarlos de algún modo, que ni mucho menos digo yo que no pueda ejecutar maravillosamente bien el elegido.
Y es que puedo presumir de conocer bien al heredero en la distancia corta, para lo bueno y para lo malo. Y les aseguro que, en cuanto quiere y se lo propone, te puede sacar de adentro una carcajada de lo más entrañable. Sin embargo, de puertas para fuera, políticamente ha explotado desde siempre su veta más dura, lo que comporta muchísimos riesgos (no hará falta que les recuerde qué fue de los más perspicaces del guerrismo onubense, por ejemplo), pero a la vista está que a él le ha salido bastante rentable su apuesta. Ahora no le queda más remedio que templar gaitas, llamar a todos los consensos habidos y por haber, guardar la cachiporra para que otro haga de poli malo, bajar el balón y dejarse de patadones al cielo. Pero que está capacitado para ello lo sabe cualquiera que lo conozca medianamente bien.
La cuestión es el tiempo que le pueda llevar a la opinión pública asimilar que ese hombre nuevo es el mismo Mario Jiménez que emulaba a Torquemada castigando al fuego infernal al infiel y al heterodoxo. Y que sepa él que “hoy, por esta vez, / la canción no trae demonio”. Y que “lo diré una vez, / aunque me caiga después de espaldas al suelo: / todo saldrá bien”. ¡Claro, tío!
Una de las opciones que vienen barajando durante estos últimos días los encargados de la metamorfosis es la de recuperar la figura del portavoz de la ejecutiva, para que gestione los marrones que surjan a partir de ya y que hasta ahora se ha estado comiendo en exclusiva sin rechistar años y años el parlamentario moguereño, cuya hemeroteca gráfica está colmada de instantáneas tan inolvidables, tan de enmarcar y colgar en su despacho como la de la presentación de la moción de censura de Gibraleón en el hotel Monteconquero, junto a Serrato y llevando del brazo a Esperanza Ruiz como el padrino de una boda clandestina de la que tuvo que desmarcarse finalmente tras aquel antenazo pendiente aún de sentencia.
La figura política Mario no se puede seguir quemando con cualquier falla. Y si el perfil que se está buscando para la secretaría de Organización es el de una Leire Pajín, está claro que habrá que inventarse un puesto para alguien dispuesto a reconducir biliarmente su discurso y a dejarse fotografiar si hace falta con el mismísimo diablo. Porque un secretario general no está ni se le requiere para desatascar cañerías, o para preocuparse por cada fuga de agua. El líder está para otros menesteres, supraterrenales por denominarlos de algún modo, que ni mucho menos digo yo que no pueda ejecutar maravillosamente bien el elegido.
Y es que puedo presumir de conocer bien al heredero en la distancia corta, para lo bueno y para lo malo. Y les aseguro que, en cuanto quiere y se lo propone, te puede sacar de adentro una carcajada de lo más entrañable. Sin embargo, de puertas para fuera, políticamente ha explotado desde siempre su veta más dura, lo que comporta muchísimos riesgos (no hará falta que les recuerde qué fue de los más perspicaces del guerrismo onubense, por ejemplo), pero a la vista está que a él le ha salido bastante rentable su apuesta. Ahora no le queda más remedio que templar gaitas, llamar a todos los consensos habidos y por haber, guardar la cachiporra para que otro haga de poli malo, bajar el balón y dejarse de patadones al cielo. Pero que está capacitado para ello lo sabe cualquiera que lo conozca medianamente bien.
La cuestión es el tiempo que le pueda llevar a la opinión pública asimilar que ese hombre nuevo es el mismo Mario Jiménez que emulaba a Torquemada castigando al fuego infernal al infiel y al heterodoxo. Y que sepa él que “hoy, por esta vez, / la canción no trae demonio”. Y que “lo diré una vez, / aunque me caiga después de espaldas al suelo: / todo saldrá bien”. ¡Claro, tío!
Difícil de Encajar
COMO LA ESPUMA

Publucado en EL MUNDO Huelva Noticias el 13 de julio de 2008
Etiquetas: Gibraleón, Manuela Parralo, PSOE de Huelva, Tránsfugas
1 comentarios:
Nuevamente, pleno al quince. :-)
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