Más precisiones
En mi periódico publicábamos la semana pasada que el hijo arquitecto del vicesecretario general del PSOE andaluz, Luis Pizarro, figura en el equipo redactor del PGOU de Marbella. Lo acredita un documento oficial, redactado bajo la coordinación de la Junta de Andalucía y que está a disposición del que quiera buscarlo en la web del Ayuntamiento de Marbella, o del que quiera ahorrarse la búsqueda, pinche en este enlace y revise la página 11. La información la titulé, textualmente, del siguiente modo: «Fustegueras ‘ficha’ al hijo de Luis Pizarro para redactar el PGOU de Marbella».
Desde la misma mañana de Reyes, los grandes perdonavidas de la prensa andaluza y algún anónimo redactor de fuste (los análisis del Grupo Joly solían ir firmados hasta ahora) andan especialmente conmiserativos con mi persona. Se centran en ese titular para asegurar que miento, que me inventé la noticia, que he urdido el tercer montaje contra el número dos de los socialistas andaluces (el segundo en mi haber). En la cumbre del ingenio y la sutileza, hay quien ha llegado a advertir desde su blog de la pérdida de tiempo que supone la adoración de los «becerros de oro mediáticos». Porque Fustegueras no contrató al hijo de Pizarro para elaborar el PGOU de Marbella. Porque yo dije que lo había contratado y que, por tanto, cobró de la Junta de Andalucía, y no es el caso.
Se remiten a la carta que envió el responsable del avance del PGOU marbellí a EL MUNDO de Andalucía, que a mí particularmente me chifla, porque arranca anunciando que va a «precisar» la información publicada (importante matiz) ya que él no contrató a Luis Pizarro Ruiz, sino que subcontrató a una firma especializada para que le hiciera los trabajos de catalogación de lo más protegible del patrimonio marbellí. Casualidades de la vida o no, la subcontrata elegida (y citada en la puntillosa misiva de Fustegueras media docena de veces, aunque curiosamente sin ofrecer el buen nombre que la avala como sociedad) la regenta un amigo y tan amigo del hijo del vicesecretario general de los socialistas andaluces que el arquitecto Pizarro le ayuda gratuitamente a realizar esa labor de catalogación, recibiendo como única recompensa la de figurar en «los títulos de créditos» del PGOU, para engordar así su curriculum con el sellito oficial de la Consejería de Vivienda.
Dicen que miento —y que puede que lo haga intencionadamente, ojo— porque dije que Fustegueras contrató al hijo de Pizarro. Ya que estamos quisquillosos, prometo solemnemente cortarme un par de dedos del pie (¡las manos no, por favor, tengan piedad!) si alguien encuentra esa afirmación literal en cualquiera de mis informaciones. Titulé «Fustegueras ‘ficha’», con comillas simples (¿es que sólo valen para calificar mi trabajo de «‘camorrismo’ mediático»?), por dos razones periodísticamente poco o nada rechazables, estimo: para que el lector pueda identificar al máximo responsable del PGOU —un dato que informativamente entiendo importante— y porque no conocía cuál era la relación exacta que vinculaba al hijo de Pizarro con los popes del nuevo urbanismo marbellí.
Desde la misma mañana de Reyes, los grandes perdonavidas de la prensa andaluza y algún anónimo redactor de fuste (los análisis del Grupo Joly solían ir firmados hasta ahora) andan especialmente conmiserativos con mi persona. Se centran en ese titular para asegurar que miento, que me inventé la noticia, que he urdido el tercer montaje contra el número dos de los socialistas andaluces (el segundo en mi haber). En la cumbre del ingenio y la sutileza, hay quien ha llegado a advertir desde su blog de la pérdida de tiempo que supone la adoración de los «becerros de oro mediáticos». Porque Fustegueras no contrató al hijo de Pizarro para elaborar el PGOU de Marbella. Porque yo dije que lo había contratado y que, por tanto, cobró de la Junta de Andalucía, y no es el caso.
Se remiten a la carta que envió el responsable del avance del PGOU marbellí a EL MUNDO de Andalucía, que a mí particularmente me chifla, porque arranca anunciando que va a «precisar» la información publicada (importante matiz) ya que él no contrató a Luis Pizarro Ruiz, sino que subcontrató a una firma especializada para que le hiciera los trabajos de catalogación de lo más protegible del patrimonio marbellí. Casualidades de la vida o no, la subcontrata elegida (y citada en la puntillosa misiva de Fustegueras media docena de veces, aunque curiosamente sin ofrecer el buen nombre que la avala como sociedad) la regenta un amigo y tan amigo del hijo del vicesecretario general de los socialistas andaluces que el arquitecto Pizarro le ayuda gratuitamente a realizar esa labor de catalogación, recibiendo como única recompensa la de figurar en «los títulos de créditos» del PGOU, para engordar así su curriculum con el sellito oficial de la Consejería de Vivienda.
Dicen que miento —y que puede que lo haga intencionadamente, ojo— porque dije que Fustegueras contrató al hijo de Pizarro. Ya que estamos quisquillosos, prometo solemnemente cortarme un par de dedos del pie (¡las manos no, por favor, tengan piedad!) si alguien encuentra esa afirmación literal en cualquiera de mis informaciones. Titulé «Fustegueras ‘ficha’», con comillas simples (¿es que sólo valen para calificar mi trabajo de «‘camorrismo’ mediático»?), por dos razones periodísticamente poco o nada rechazables, estimo: para que el lector pueda identificar al máximo responsable del PGOU —un dato que informativamente entiendo importante— y porque no conocía cuál era la relación exacta que vinculaba al hijo de Pizarro con los popes del nuevo urbanismo marbellí.
Si hubiera tenido confirmado que Luis Pizarro Ruiz estaba a sueldo de Fustegueras, habría titulado no con que éste había «contratado» a aquél (sin comillas finas de ningún tipo), sino con cuánto cobró por un trabajo cuyas deficiencias técnicas han sido criticadas abiertamente por el Colegio de Arquitectos de Málaga. Pero decir que el titular publicado es «inventarse una noticia», cuando Fustegueras reconoce expresamente en su carta una subcontratación de servicios y lo maravillado que se quedó su ingenio con los trabajos realizados por el hijo del padre, me parece al menos atrevido.
Lo mantiene sin embargo Fernando Santiago en su último artículo en El País. Se trata del presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones de Periodistas. Su catadura moral reluce cuando, al paso del Pisuerga por Valladolid, deja caer que EL MUNDO mintió a sabiendas «con el espionaje a los presidentes de las cajas, que nunca existió». Miren, yo entiendo que Luis Pizarro padre o que Manuel Chaves sigan defendiendo a día de hoy que aquello fue un montaje, porque han recurrido una sentencia que no les da la razón y, hasta que ésta no devenga firme, tienen perfecto derecho a exponer su tesis donde sea y cuando sea. Pero que un periodista (que se supone además que tiene cierta responsabilidad representativa respecto al gremio), con una sentencia ya emitida que absuelve a un periódico de un delito de injurias graves con publicidad porque la información era «veraz» y se ha acreditado «al menos un seguimiento» a un ex presidente de la antigua caja de ahorros de Sevilla; insisto, que un periodista diga que un colega mintió a sabiendas en relación a unos hechos sobre los que ya se ha pronunciado expresamente un tribunal de justicia confirmando que sí se produjeron, eso sí que resulta delictivo y penalmente censurable.
Por cierto: no puedo dejar de resaltar el detalle de que Santiago limite a dos el número de montajes contra Luis Pizarro de EL MUNDO, cuando el dirigente socialista dijo la semana pasada que han sido tres. El caso olvidado por Fernando es el del desvío frustrado de fondos solidarios de la UE a un barrio de Alcalá de los Gazules, fondos que debían destinarse a barriadas con fuerte presencia de inmigrantes marroquíes (para evitar la conformación de guetos) y que se iban a utilizar en unas calles donde no vivía ni un solo magrebí, aunque sí el ahora ya ex presidente de la Mancomunidad de La Janda, Luis Romero, que era quien había solicitado el dinero. ¿Tendrá que ver algo en el despistado recuento de Fernando Santiago el hecho de que, aparte del «becario» Luis Pizarro Ruiz, la Diputación de Cádiz estuviera metida en el ajo? No me olvidaré nunca de lo aleccionador que me resultó pedirle información al respecto a una compañera del servicio de prensa del Ayuntamiento de los ayuntamientos gaditanos. Y es que algunas instrucciones dejan en pañales a Arcadi Espada y Ben Bradlee.
Termino echando unas risas con ustedes a cuenta de una anécdota absolutamente verídica. Los que me conocen y sufren de cerca podrán certificar mi añejo beticismo y mis discusiones más bizantinas en defensa de las trece barras. ¿Saben con qué sobrenombre me han rebautizado en la redacción? El Miguel Ángel Vázquez del Betis. :-)
Lo mantiene sin embargo Fernando Santiago en su último artículo en El País. Se trata del presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones de Periodistas. Su catadura moral reluce cuando, al paso del Pisuerga por Valladolid, deja caer que EL MUNDO mintió a sabiendas «con el espionaje a los presidentes de las cajas, que nunca existió». Miren, yo entiendo que Luis Pizarro padre o que Manuel Chaves sigan defendiendo a día de hoy que aquello fue un montaje, porque han recurrido una sentencia que no les da la razón y, hasta que ésta no devenga firme, tienen perfecto derecho a exponer su tesis donde sea y cuando sea. Pero que un periodista (que se supone además que tiene cierta responsabilidad representativa respecto al gremio), con una sentencia ya emitida que absuelve a un periódico de un delito de injurias graves con publicidad porque la información era «veraz» y se ha acreditado «al menos un seguimiento» a un ex presidente de la antigua caja de ahorros de Sevilla; insisto, que un periodista diga que un colega mintió a sabiendas en relación a unos hechos sobre los que ya se ha pronunciado expresamente un tribunal de justicia confirmando que sí se produjeron, eso sí que resulta delictivo y penalmente censurable.
Por cierto: no puedo dejar de resaltar el detalle de que Santiago limite a dos el número de montajes contra Luis Pizarro de EL MUNDO, cuando el dirigente socialista dijo la semana pasada que han sido tres. El caso olvidado por Fernando es el del desvío frustrado de fondos solidarios de la UE a un barrio de Alcalá de los Gazules, fondos que debían destinarse a barriadas con fuerte presencia de inmigrantes marroquíes (para evitar la conformación de guetos) y que se iban a utilizar en unas calles donde no vivía ni un solo magrebí, aunque sí el ahora ya ex presidente de la Mancomunidad de La Janda, Luis Romero, que era quien había solicitado el dinero. ¿Tendrá que ver algo en el despistado recuento de Fernando Santiago el hecho de que, aparte del «becario» Luis Pizarro Ruiz, la Diputación de Cádiz estuviera metida en el ajo? No me olvidaré nunca de lo aleccionador que me resultó pedirle información al respecto a una compañera del servicio de prensa del Ayuntamiento de los ayuntamientos gaditanos. Y es que algunas instrucciones dejan en pañales a Arcadi Espada y Ben Bradlee.
Termino echando unas risas con ustedes a cuenta de una anécdota absolutamente verídica. Los que me conocen y sufren de cerca podrán certificar mi añejo beticismo y mis discusiones más bizantinas en defensa de las trece barras. ¿Saben con qué sobrenombre me han rebautizado en la redacción? El Miguel Ángel Vázquez del Betis. :-)
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2 comentarios:
Lo que parece un tanto chocante es que consideres nada más y nada menos como noticia que la empresa encargada de redactar el PGOU de Marbella haya subcontratado un encargo a una empresa en la que colabora tal persona.
Personalmente, opino que sitúas el listón que marca lo noticiable a la altura del chismorreo de entreplanta.
¿Chismorreo de entreplanta el texto definitivo publicado oficialmente del avance del PGOU de Marbella? Ok, es tu criterio. Yo podré cuestionar si quieres el alcance de la responsabilidad en las subcontrataciones de obras y/o servicios. Imagina que Fustegueras es constructor y hay una muerte en el tajo, en una obra que tiene él adjudicada, de un encofrador de una subcontrata de Hierros Manolita. ¿Fustegueras cabe en el titular de la noticia? ¿O no porque él no contrató a ese desgraciado? Saludos.
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