11 enero 2009

TRAS LA HUELLA CRIMINAL


Como Gabriel García Márquez nos recordó para siempre, hubo tal vez un único misterio que nunca llegó a esclarecerse en Macondo: la muerte de José Arcadio Buendía, al que jamás se supo quién derribó de un tiro en su propia casa.
Tras aquel pistoletazo, según describe la magia de Gabo, «un hilo de sangre salió por debajo de la puerta, atravesó la sala, salió a la calle, siguió un curso directo por los andenes disparejos, descendió escalinatas y subió pretiles, pasó de largo por la Calle de los Turcos, dobló una esquina a la derecha y otra a la izquierda, volteó en ángulo recto frente a la casa de los Buendía, pasó por debajo de la puerta cerrada, atravesó la sala de visitas pegado a las paredes para no manchar los tapices, siguió por otra sala, eludió en una curva amplia la mesa del comedor, avanzó por la silla de Amarante que daba una lección de aritmética a Aureliano José, y se metió por el granero y apareció en la cocina donde Úrsula [la madre del asesinado] se disponía a partir treinta y seis huevos para el pan».
La sangre regresó luego por el mismo camino, acompañada esta vez del dolor que había buscado para marcarle el lugar exacto donde yacía el cuerpo del hijo.
Sólo podía haber un sospechoso de este crimen tan literario: Rebeca, la esposa de José Arcadio, quien además no podía esgrimir una coartada coherente, tal como se constata en Cien años de soledad: «Rebeca declaró después que cuando su marido entró al dormitorio ella se encerró al baño y no se dio cuenta de nada. Era una versión difícil de creer, pero no había otra más verosímil». Por ello, Rebeca nunca tuvo que penar por aquel asesinato: vivió el resto de su vida entre las cuatro paredes de su casa y —humorada negra— «la última vez que alguien la vio con vida fue cuando mató de un tiro certero a un ladrón que trató de forzar la puerta de su casa».
Esta semana se ha levantado el secreto sumarial del caso Mari Luz y ya estamos todos al tanto de que los expertos no han sido capaces de detectar el más mínimo resto de ADN que permita vincular científicamente a Santiago del Valle y su hermana con la niña de El Torrejón.
Una muerte violenta no puede ser aséptica. Deshilacha siempre sangre que, calladamente, ha de dejar marcada alguna ruta. Pero el juzgado de instrucción avisa de que no hay evidencia biológica que comprometa a esta carne de cañón imputada por la atrocidad de hace un año.
Quizá sea un buen momento para preguntarse si Huelva estaría capacitada para, en caso de absolución por falta de pruebas, olvidar a Del Valle como Macondo llegó a olvidar a Rebeca, o si alguien es consciente de que hay asuntos tan turbios que nunca se podrán llegar a esclarecer. Detener al criminal no implica la resolución del crimen.


De El Rompecabezas Onubense, publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 11 de enero de 2009

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1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Lo de Mari Luz (DIOS la bendiga), es sangrante, indignante, una verguenza jurídica.
No sólo por el dolor que produce cualquier muerte, no solo por el dolor que produce especialmente la muerte de un niño inocente, no solo por el dolor en el que viven sus seres queridos...es sangrante por la incompetencia del ministerio fiscal y la juez encargada del caso.
Una vez levantado el secreto sumarial, y aún poniendonos en el supuesto de que uno séa lego en la materia (que no lo soy),termina por llegar a la conclusión que la instructora del caso es una incompetente supina, con la connivencia de la Fiscalía, vamos un atropello descarado y una aberración en toda regla.
A estas alturas del procedimiento, NO EXISTEN pruebas concluyentes de la presunta culpabilidad del Sr. del Valle. Vamos, vamos, vamos....
Veremos como termina el asunto, pero anticipo, que la asociación para la defensa del Menor PAPAHUELVA, que copresido, estudia en estos momentos personarnos en el procedimiento.
Lo dicho, al final y mientras no se demuestre lo contrario, Santiago del Valle, es inocente..., con la complacencia de su señorías máximas responsables de la investigación e instrucción del procedimiento.

Responsabilidad exclusiva del presente artículo de opinión.:
RAMON LOPEZ GARCIA
Avd.Italia 79-1 Planta.
Huelva
29.785.337-S
Asociación PAPAHUELVA

12 enero, 2009 13:26  

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