11 febrero 2006

Sin parangón

Exige el alcalde de Riotinto, José Manuel Delgado, un vis a vis con su compañero de partido y consejero de la Presidencia de la Junta, Gaspar Zarrías. Quiere hablar de lo divino y de lo humano en todo lo tocante a la diversificación económica de la Cuenca Minera con el hombre fuerte del equipo de Chaves. Y ya puestos, el primer edil riotinteño se apunta a las ventajas de esa “negociación bilateral”, de cuyos excelentes resultados están dando buena cuenta los nacionalistas catalanes, desechando la “multilateralidad” pretendida por otros dirigentes y municipios menos poderosos que el riotinteño que temen quedarse finalmente al margen del reparto que se haga. Al igual que hace una semana, hoy mismo saltarán al unísono Fernando Pineda y Domingo Domínguez, el alcalde de El Campillo y el líder de los independientes de Nerva, criticando que sea todo un presidente de Mancomunidad quien vuelva a romper la soñada unidad de acción. Y habrá quienes les den toda la razón, entre ellos el propio Gobierno andaluz, encantado siempre de atrasar las citas más comprometidas de su agenda. Pero también hay que contextualizar un poco las cosas para entender la estrategia de Delgado, que no quiere abandonar el poder sin haber resuelto antes un problema histórico que muy poca gente conoce ni podrá valorar nunca como él. Es evidente que, en esta abrupta zona de la geografía onubense, cada ayuntamiento tiene que hacer frente todas las mañanas a un sinfín de problemas acuciantes e inaplazables, hasta el punto de que se puede considerar un verdadero milagro que el estallido político al que estamos asistiendo en los últimos días no sucediera hace bastantes años y pusiera en jaque la hegemonía provincial de los socialistas. Pero no es menos cierto que Riotinto presenta una serie de particularidades que lo diferencian del resto de municipios afectados por la crisis del cobre y el cierre de la mina. Por un lado, el Ayuntamiento riotinteño no dispone de terreno alguno para ofrecer a cualquier inversor que confíe en que esta comarca tiene que salir adelante. Por el otro, prácticamente todo el suelo que pisan sus vecinos es bien de Mantesur Andévalo bien de Rumbo 5.0, dos empresas instrumentales que demuestran día a día para lo que sirven. Esa situación no es parangonable a la de ningún otro pueblo minero, ni onubense ni español, y justifica la discriminación positiva que está reclamando Josema a todo el que quiere escucharlo. Sencillamente no tiene sentido que sea a Villanueva de los Castillejos o a Campofrío a donde estén llegando el dinero, los altos cargos y los fotógrafos para inmortalizar una reconversión que ni cuaja ni empieza. Y lo malo no es que la Junta no se entere de lo que está pasando. Lo malo es que no se quiera ni enterar.

Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 11 de febrero de 2006

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