La tele de Morán

Hace cosa de mes y medio, me asomé por la tertulia televisiva de Paco Morán. Al director de esta santa casa, Rafael Pérez Unquiles, le habría surgido algún compromiso ineludible y debió de pensar que, pese al temporal que nos sacudía por entonces, cerca de 100 kilómetros para venir y otros tantos de vuelta eran poca cosa para un relevo de urgencia. Coincidía su invitación con uno de mis días de descanso, de modo que no pude decirle que no a una persona que tan bien se ha portado siempre no sólo conmigo, sino con todos los que hemos trabajado con él o para él en la profesión. Nunca me ha gustado sin embargo la tele, y menos aún salir en la pantallita. Y no porque comparta al ciento por ciento el ensayo de Bourdieu sobre la televisión, que también, sino porque las cámaras me provocan una sensación de ridículo tan rotunda que puede llegar a prolongarse durante días, meses y hasta años según quién, cuándo y cuánto atice los rescoldos de mi memoria. El caso es que piqué amablemente en el anzuelo que me lanzó Unquiles (pese a las arcadas que, insisto, me provoca la lombriz televisiva), de forma y manera que, aun con el diluvio de la A-49, terminé encajándome en ese estudio choquerísimo que queda justo frente al Invernadero y al que nunca irán los dirigentes más cluecos y antidemocráticos del PSOE de Huelva. A Manolo Rodríguez, el aún portavoz de IU en el Ayuntamiento, le dije que afortunadamente no nos iba a ver nadie, porque la tertulia coincidía con la retransmisión en abierto del decisivo partido de Champions del Barcelona contra el Werder Bremen. Le recomendé incluso que estuviera atento al reloj para monopolizar ese cuartito de hora del descanso en el que la gente haría zapping por las cadenas locales. Total: que allí estuvimos hablando de lo divino y de lo humano con Curro Moro y el alcalde de la Puebla hasta pasadas las once de la noche, cuando cogí de nuevo carretera y manta con la conciencia tranquila de que ni el Tato se habría enterado de que yo había estado en Huelva... ¡Iluso de mí! Ya me han llegado certeros comentarios de amigas de la facultad sobre lo mal que estoy envejeciendo. Y el viernes pasado en Marbella, durante la convención del PSOE de Andalucía sobre desarrollo sostenible, uno de la delegación de Huelva me confesaba que también se había chupado enterito el programa por puro vicio político. «A mí gente desconocida hasta me para por la calle para criticarme cuando no voy, y eso no me ha pasado en la vida», me explica Unquiles. Nada, que la próxima vez me tengo que echar el tinte y embutirme en el traje de chaqueta. Menudo éxito, Paco.

Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 17 de enero de 2007