Nerviosismo

Se ponen excesivamente nerviosos los dirigentes del PP de Huelva cada vez que se desliza el más mínimo comentario especulativo sobre las futuras candidaturas por armar para el Parlamento de Andalucía, el Congreso de los Diputados y el Senado. Por supuesto que el debate no está aún abierto; eso es tan cierto y evidente como el vaticinio de que, se pongan como se pongan de nuevo los cuadros intermedios, al final volverá a hacerse lo que diga Javier Arenas, que para eso se implementan los modelos presidencialistas, ¿no? En todo caso, no está de más dejar ya apuntado por aquí que, al igual que pasara en los meses que precedieron a las elecciones municipales de mayo, en las filas populares se percibe bastante más tensión que hace cuatro años; una tensión que, en lo que tiene de excedida, está motivada –sin lugar a dudas– por la pérdida del Gobierno de la Nación en 2004 (con todo lo que ella representa) y por la interminable lista tanto de históricos militantes como de jóvenes promesas que siguen colgados de la brocha en la confianza de que alguien terminará salvándoles la vida. El problema es el de siempre, porque en todas las formaciones políticas el número de los que se saben intocables sólo es superado por la relación de los que se sienten imprescindibles. Y así las cosas, confeccionar una candidatura es lo más parecido a resolver un sudoku que alguien, encima, ha dejado a medio hacer ante la imposibilidad de que encaje tanto número uno. Porque, por ejemplo, ¿cómo el PP va a confinar a su presidente provincial, a su gran baluarte electoral, en el principal despacho de la planta noble del Ayuntamiento capitalino? A Alberto Ruiz-Gallardón se le están echando encima hasta los leones de la Carrera de San Jerónimo con tal de que no trasvase el portalón de la Cámara Baja, porque sus enemigos dicen que no se puede ser al mismo tiempo diputado nacional y alcalde de la capital de España. Pero que nadie se olvide tampoco de que si Pedro Rodríguez lleva tres años en plan divino siendo uno y trino es por no hacerle el feo a Arenas, que por lo tanto tampoco está en disposición de negarle la cabeza de lista para el Parlamento andaluz. Aparte, a ver si al presidente regional no termina dándole miedo lo de dilapidar tantísima experiencia política e institucional como la que sólo acumulan ciertos diputados con varias legislaturas concatenadas a sus espaldas. En tal caso, si le sumas el par de mujeres, ya tendría resuelta la papeleta autonómica. En definitiva, que lo más divertido podríamos verlo en lo de la candidatura para el Senado. Porque dirigentes con apellidos de la A a la K hay unos cuantos. ¿Verdad que sí, alcalde Juan Carlos Lagares?

Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 28 de agosto de 2007