05 diciembre 2007

Ecologistas afrancesados

Pasan los años y parece que la gente de Greenpeace no termina de enterarse de que a Huelva no puede llegar nadie pegando voces, ni siquiera porque un laboratorio francés, prestigioso como él sólo, haya elaborado un documento por escrito donde se ratifica que la cosa se ha ido de madre y que va a haber que meter las balsas de fosfoyesos en un cementerio nuclear (digo yo que se referirán a que habrá que construir un nuevo cementerio nuclear para asumir esa ciudad lunar que nos deja en legado Fertiberia, ¿no? Y que acto seguido ellos mismos sugerirán la ubicación más adecuada y las dimensiones exactas para albergar semejante cadáver; y que no se amarrarán al árbol más frondoso el día que los operarios se dispongan a acondicionar singularmente ese nicho, ¿verdad?...). Para empezar, todos sabemos que las tres cuartas partes de los habitantes de la city onubense ni se van a enterar de que el Criirad —o Centro de Investigación y de Información Independiente sobre la Radiactividad, si prefieren el verso completo— acaba de certificar que junto a la ría se detectan «altas concentraciones de radioactividad». Estamos hablando de la verdadera opinión pública de Huelva, a la que científica y directamente se la reflanflinfla el quincuagésimo informe medioambiental que se vuelve a poner encima de la mesa cuando hace ya tiempo que se perdió la cuenta. Pero es que, además, la procedencia de esta admonición científica da pie a que los poderes públicos improvisen ese discurso inequívocamente choquero que tan buenos resultados les da luego en las urnas. Porque con tanto laboratorio de prestigio como hay en esta capital, en la provincia, en la región o en este país sin igual llamado España (excepción hecha del que controlaba la calidad de las aguas del Condado; el Malo, claro está), ¿por qué se van ustedes, señores ecologistas, nada menos que ¡a Francia! a que nos midan los gabachos cuánto de polonio 210, de radón o de radio 226 tenemos por tierra, mar y aire en las marismas de Mendaña? ¿Es que hay que superar no ya Despeñaperros, sino los picos más altos e intransitables de los Pirineos, para que un científico de prestigio tenga los bemoles suficientes para firmar un reporte indicando que en el día de mañana los fosfoyesos sólo van a servir para darnos severos quebraderos de cabeza? En la manifestación que preparan Luciano Gómez y Comisiones Obreras, a lo mejor vemos un cartelón donde se pueda leer: «De Francia, ni la tortilla». Porque lo que demuestra fehacientemente el informe del Criirad es que Greenpeace no sabe a qué le está dando con el palo.


Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 6 de diciembre de 2007

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3 comentarios:

Blogger Andrés ha dicho...

En EEUU con los fosfoyesos hacen islas artificiales y enciman plantan un campo de golf y un hotel...

06 diciembre, 2007 18:19  
Anonymous Anónimo ha dicho...

.... al final tendremos que pedir un par de balsas de fosfoyesos en cada pueblo de Huelva, de lo buena que son,....

06 diciembre, 2007 22:07  
Blogger Periodista83 ha dicho...

Sinceramente, yo con tanto estudio como se hace sobre los fosfoyesos no me termino de enterar. Hace un par de días leía que el nivel de radiación está por debajo del permitido , ahora que los fosfoyesos son un desmadre. Esto se acerca más a las encuestas que hacen los medios afines a sobre la intención del voto (donde veces gana el PSOE de goleada y otras de muy poquito) que a estudios serios y definitivos. Hace poco salió un estudio que decía que peor que el humo de las fábricas es el del tabaco y el de los vehículos, pero aquí nadie deja de fumar y se ponen y quitan nuevas zonas azules para mejorar la fluidez del tráfico. Yo no me entero de nada. Sólo sé que en invierno respiro peor. Es la única prueba tangible que tengo y tendré de todo esto. Saludos

07 diciembre, 2007 12:58  

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