A la caza del mirlo blanco

El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía aprobó el pasado 8 de julio el proyecto de ley de municipios de gran población, que podría entrar en vigor a principios de 2009 y al que de aquí sólo podrá acogerse Huelva capital. En este sentido, la pelota está en el tejado del Partido Popular, porque bastará con la mayoría absoluta del pleno que (hasta ahora) preside Pedro Rodríguez para implementar un régimen de funcionamiento y organización distinto al del resto de ayuntamientos onubenses. A partir de que se aprobara, no necesariamente tendría que estar el alcalde presidiendo todas y cada una de las sesiones plenarias que se celebren, sino que discrecionalmente cualquier miembro de la corporación municipal podría convertirse en el objetivo principal de los fotógrafos y las cámaras de televisión que cubren la actualidad política de la city. A bote pronto, se me ocurren un par de buenas y posibles razones circunstanciales: que la oposición acuda con un asunto de papeles difícil de capear para cualquier equipo de gobierno o que llegue la hora de empezar a revestir al sustituto de Perico de cara a los carteles electorales de 2015 (se admiten apuestas sobre la fecha del relevo). Pero quizás ése sea el aspecto menos relevante o el más inocente de la nueva normativa que le brinda el Gobierno de Manuel Chaves al alcalde del PP. Lo más notable, sin duda, es la posibilidad que se le abre al regidor choquero para nombrar a delegados municipales no electos; esto es, de que asuman funciones y sueldo de concejales gente que no iba con él en su lista de 2007, que no se arriesgaron a perder en las urnas hace poco más de un año; independientes a carta cabal que rechazarán siempre y de plano participar en el carrusel de mítines que acompañan cada convocatoria electoral, sobre todo por evitarse el riesgo bochornoso de verse condenados soberanamente por la ciudadanía a pasar cuatro años en la oposición, que es algo que duele a la conciencia y al apellido, por mucho que al final sea otro el que acabe cumpliendo la pena... Acogerse a la ley de municipios de gran población generaría un serio problema a los partidos a la hora de confeccionar sus candidaturas. Muchos serían los elegidos que, en ese brete, agradecerán que se vuelvan a acordar de ellos una vez se conozca el veredicto de los votos, por mantener su prurito de gente que va por libre y porque no vaya a ser que la oferta irrenunciable te la tenga que hacer al final el de la acera de enfrente. Pero también es cierto que, en lo que hay que pensar única y exclusivamente, es en el ciudadano. Y a lo mejor ésta es una buena solución para que a los aparatos políticos no se les escape tanto mirlo blanco de entre las manazas.

Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 7 de agosto de 2008