Como ciudadano, me encanta cada vez que un medio de comunicación detalla los gastos más dispares que realizan las administraciones públicas en cualquier capítulo del presupuesto. Si encima el periodismo denuncia lo que se destina del erario público a las empresas informativas, les confieso que llego a emocionarme internamente (en lo que aún palpita de mi corazoncito democratiquítico) al verificar cómo alguien aún es capaz —estando el patio como está— de morder la mano del que (poco y tarde, pero sano) le da de comer. No obstante, se me ponen las orejas como a
Mr. Spock cuando el que me cuenta lo que ingresan algunos periódicos pretende suministrarme la información con cuentagotas, y no detalla en una doble página, por ejemplo, lo que su periódico recibe a cambio de no callarse tantísimas verdades molestas para el buen mecenazgo. Las referencias genéricas a que «el resto» de medios se queda «bastante atrás en el reparto de la tarta» sólo podrán satisfacer los prejuicios de ciertos lectores que no digo yo que no sean los que frecuentan las páginas de los periódicos en general y de ése en particular; pero el resto de gente, a la que ni le va ni le viene esta historia (porque no reciben ni una migaja no ya del bizcocho publicitario, sino de la exhuberante Pastelería pública), tendrá derecho a hacer autónomamente sus cuentas. Se comprende que, cuando se critica que el Ayuntamiento de la capital da más de 180.000 euros a un periódico y al tuyo sólo «cantidades simbólicas», buscamos una equiparación imposible tras haberse publicado que otra institución pública da medio millón de euros anuales al
Odiel y cero patatero a esta cabecera. Por explicarlo gráficamente: las acusaciones de oficialismo 'amistoso', cuando vienen del palo de la bandera, sólo pueden mantenerse obviando con celo quién depende casi en su integridad de lo que le meten los más sectarios —cuantitativa y cualitativamente— de la provincia.
5 comentarios:
justo lo que hablamos: infame
Pues sí, compañero. No ha hecho más que abrirse la puerta de toriles y aquí todos estamos vestidos de rojo.
Hola. Respondo con un poema que Almanzurbillah debería recordar. Es de Julio Martínez Mesanza, y de algún modo explica lo que pienso de todo esto en mi calidad de bombero torero, gordo y cojito para más inri.
«He soñado de nuevo con jinetes / pesadamente armados. A lo lejos / acampan. Vemos la humareda enorme /
de sus festines y sus grandes sombras. / Sabemos que vendrán tarde o temprano, / y ante su carga no valdrán las hachas / ni las cobardes hoces, ni la astucia. / Sobre nuestras espaldas de vencidos / golpearán terribles sus espadas. / Quisiera desertar, pero me dicen / que sé algo de estrategia y que soy joven. / Quisiera estar del lado de los otros».
Gracias por la visita.
Llega la campaña electoral, y todos aquellos que sueñan por su pueblo, ciudad, región y país, encabezan los mítines con una frase común: Por los ciudadanos, por mi pueblo, por mi gente, etc, etc.. Ganan las elecciones y lo primero que realizan por su pueblo es la subida de asignaciones, de buscar asesores y de pensar en el mejor coche oficial. Pero quién está libre de tanta mierda. Porqué demmonios en este puto país de pandereta la justicia no actua y calla y encierra a eso farsantes de vida facil. Que asco de país de tantas leyes y tan poca justicia.
Puñeta, Anónimo has retratado a Manuel Andrés, el alcalde de Lepe.
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