Paso

Diré que al opinante, por otra parte —andevaleña—, se le conoce muy pero que muy bien en mi pueblo natal, Valverde del Camino, donde estuvo destinado algún tiempo, años ha.
Sobre gustos no debiera haber nada escrito, evidentemente. Pero del mismo modo que hay poderes públicos que vapulean al judicial con la independencia libérrima atribuida a y por Montesquieu, reclamo aquí y ahora mi derecho a decir que no me gusta ni un pelo el sujeto, incluso justo cuando podamos coincidir sustancialmente en algo tan palmario como puedan ser los excesos a los que lleve la bonhomía del legislador socialista en la salvaguarda de las machacadas por sus parejas. Que le den en la osadía, y que funde luego si quiere un club de damnificados tras el temporal que se avecina. Que invite a Nebreda, que seguro que se apunta envuelta en la banderita andaluza que también nos donaron los deudos de Blas Infante. En según qué cosas, tanta valentía la tienen bien merecida algunos.
Dicho con otras palabras, más acordes a este día y a este hora: que si me toca repasar esta tarde la entrevista a doble página de mañana de Berta González de Vega (y papeletas tengo unas cuantas), no tendré más castañas que leerle, tan reflexivo y mordaz como el hambre más descarada. Si no, paso, como en el dominó. Me quedo con mi seis doble de tontura y prejuicios en todo lo alto, así me pierda para los restos. Ji ji ji...
* Nota del autor: al final mañana no va la entrevista a este juez en las páginas andaluzas de EL MUNDO. No sólo yo me libro de ciertas lecciones.
Etiquetas: Valverde
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