15 marzo 2009

Kamikazes sin remordimiento


Igual que se le riñe al niño ajeno cuando tira al suelo un papel preguntándole si hace lo mismo en su casa, habría que educar con peor tono a la clase política onubense cuando hace con el dinero común lo que en ningún caso haría con su peculio particular.
El ejemplo del reciente traslado de la Diputación sirve de arquetipo. En un momento crítico para la economía «planetaria», que diría Chaves, con un sistema inmobiliario colapsado por las hipotecas basura tanto de Bush Jr. como de Cajasol; con todas las intermediarias del negocio ladrillero echando el cerrojazo hasta que escampe esta «tormenta perfecta»; con los potenciales compradores aguardando pacientemente a que los precios terminen de fijar su suelo «inespeculable» (el copyright es de Juan Manuel Sánchez Gordillo); van los responsables de la institución provincial y se mudan al viejo hotel París, renovando mobiliario al gusto del despachante.
Las explicaciones huelgan, así que es aconsejable no airearlas mucho, más aún ante el fedatario periodismo escrito. Esta semana sin ir más lejos se han llegado a leer efusivas felicitaciones a Petronila Guerrero en un editorial recortable porque, a partir de ahora, los funcionarios podrán trabajar «en pleno centro de la ciudad», que son ganas de querer mandar a los andurriales al Ayuntamiento o de darle categoría de transfronterizos a la Delegación del Gobierno de la Junta y el parque de los monos (¿grandezas ocultas de la capital?). Ignacio Caraballo chitón, pero que no falten aplausos, o sea. Aliñados con argumentos tan centrados como ése...
El lujo de la subsede de la Diputación de Huelva sería un escándalo incluso en una coyuntura económica diametralmente opuesta a la actual. Pero es que plantearlo a día de hoy, con la que está cayendo, ya es puro surrealismo institucional.
Es bien cierto que no hay otra forma de solucionar un problema serio de reparto del espacio físico entre los trabajadores y los pululantes cargos políticos. Pero es que esa complicación es puramente artificial: deriva de la proliferación de asesores que basta con ojear el BOPH para comprobar cómo se siguen designando a día de hoy con sueldos no dignos, sino de dignatarios; asesores que hasta hace dos años no tenían ni que pisar la Diputación para que les ingresaran el sueldo a fin de mes. Pero se fue Pepe Cejudo y desde entonces se ficha a la entrada y a la salida. Y si ya en el último mandato del senador y superalcalde valverdeño había peleas por un sillón donde sentarse a descansar, imagínense ahora que uno, aparte de serlo, tiene que estar para parecerlo.
O sea: en vez de meter la tijera y reconfigurar esencialmente la institución, «¡flores a Ella!». Y el que proteste es un facha; y el PP haría lo mismo, pero trincando; y de lo que cobra Perico, ¿no dices nada? Y-y-y-y... Todo menos frenar en seco y dar marcha atrás para pedir perdón por tanto atropello.
De 'El Rompecabezas Onubense', publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 15 de marzo de 2009

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