28 febrero 2006

El polvorín

¿Hasta cuándo podrá el Ayuntamiento de Bollullos permitirse el lujo de la inestabilidad política? Van para siete los años transcurridos desde que a Izquierda Unida se le fue de las manos —con el actual diputado de Carreteras Francisco Javier Camacho como candidato— la mayoría absoluta consolidada bajo los mandos del coordinador regional de la coalición, Diego Valderas, y desde aquel momento gobernar en esa próspera ciudad —también hacer oposición; vean si no las últimas noticias publicadas— se ha convertido en una especie de exigente gymkhana diaria que muy poca gente en su sano juicio estaría dispuesta a afrontar por muy bien que se pague una alcaldía, sobre todo porque no se sabe hasta cuándo se va a tener que prolongar el auténtico calvario de estas pruebas de resistencia democrática, física y hasta psíquica en las que hay más de uno que no ha parado de resoplar ni un instante. Y es que, salvo que el actual regidor, Carlos Sánchez, llegue a barrer bajo la bandera del PSOE en las elecciones municipales de 2007, no parece previsible que las aguas de la política bollullera vayan a volver a su cauce así como así. Ahora bien: es un hecho cierto e incontestable que la figura de Carlos sigue creciendo exponencial y sorprendentemente elección tras elección; que los socialistas están a tan sólo dos concejales de la mayoría absoluta; que naturalmente les pertenece algún que otro centenar de votos de los 300 que obtuvo el 25-M el presidente de Freshuelva, José Manuel Romero; y que el mitin de cierre de campaña tendrá como protagonista a algún primer espada de la política andaluza (Manuel Chaves más que previsiblemente) y, como fondo de escenario, la pila de ladrillos del futuro centro hospitalario de alta resolución del Condado, algo que vaya si da votos y disipa indecisiones. No obstante, tampoco se fraguó jamás una mayoría absoluta cosiendo y cantando. Y como es una hipótesis que entra dentro de lo posible, les invito a que se imaginen el siguiente escenario para dentro de dos primaveras: que el actual equipo de gobierno suba algo menos de lo que piensa y, por ejemplo, obtenga un octavo pero no un noveno concejal. Que IU y los mandamases de Comisiones Obreras quemen todas sus naves y resistan la embestida con seis ediles, el último rascado en una mesa electoral por apenas un par de votos. Y que el PP, probablemente con Manolo Moreno, mantenga esos 1.500 votantes que lo convierten en la más guapa del baile. ¿Qué harán los firmantes del «pacto de progreso»? ¿Cuáles serán las estrategias del expedientado por el PSOE por aliarse con la derecha y del del plato de lentejas? ¿Hasta 2011 en este plan? Menuda clase política. Menuda mina informativa. Menudo polvorín institucional.

Publicado el 28 de febrero de 2006

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