21 noviembre 2007

La teoría de las ratas

Leo lo del asalto por parte de unos encapuchados al domicilio particular en Bellavista (aquel viejo sueño de Huelva 2 trambucado en pesadilla para sus precursores) de la presunta portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de la capital, Manuela Parralo, y me viene relampagueante a la memoria la teoría de las ratas con la que mi padre me solía prevenir de ciertas contingencias humanas. Sucintamente, vendría a decir lo siguiente: todos somos conscientes de que las ratas existen y de que conviven con nosotros, por su imbricación con la inmundicia urbana. Todos sabemos que andan por las alcantarillas y que sus dientes macilentos son un peligro, entre otros motivos por los riesgos sanitarios que comportaría en un momento dado una plaga de roedores. Hay, por tanto, conciencia general de que las ratas son un problema, y ese convencimiento se inculca sabiamente en los niños para que se mantenga vivo generación tras generación. Sin embargo, todo cambia cuando uno se tiene que despertar para ir al baño de madrugada y se encuentra en medio de su aseo con una señora rata del tamaño de un gato y rabiosamente envalentonada, hasta el punto de amagar con lanzarse contra ti entre violentos gruñidos. Justo en ese infeliz momento, el concepto ‘ratas’ se convierte para ese hombre o esa mujer mingitoria en un verdadero problema de primera magnitud. De un plumazo, deja de ser un problema social para convertirse en un asunto doméstico y absolutamente personal, que de hecho te obliga a movilizarte para ir a comprar a la mañana siguiente el más eficaz matarratas que esté disponible en el mercado. Pues bien, algo similar ocurre con la inseguridad ciudadana. Todos sabemos que hay ladrones que llegan cómodamente a final de mes después de desvalijar al prójimo. Por eso, si nos atenemos a Rousseau, seguimos contribuyendo al mantenimiento financiero del Estado: para que sus cuerpos y fuerzas de seguridad los persigan, detengan y, como mínimo, los mantengan a raya en las cloacas. Pero todo cambia si llegas a tu casa a la noche y te encuentras a unos tipos con pasamontañas llevándose tu televisor de plasma y las joyas de la abuela. Sólo entonces se te ocurre repasar el orden de prelación que le das a la cosas, y estás tan subjetivizado que puedes llegar a conclusiones un tanto lamentables, como la de que si tu Ayuntamiento no tiene nada mejor que hacer que estar renombrando el callejero municipal, cuando tampoco es eso, ¿verdad? Pero escuchemos qué tiene que decirnos el alcalde, don Pepe Martín: seis robos en seis días son «hechos aislados»... Hasta que la rata no se atreva a morderlo a él, éste no será un problema de primera magnitud. Porque no es ni verdadero, ni doméstico ni personal.


Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 22 de noviembre de 2007

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1 comentarios:

Blogger Periodista83 ha dicho...

Esto mismo que cuentas se reduce a la populas frase "Si el alcalde tuviera el/la (botellón, delincuencia, ...) en la puerta de su casa ya verás lo rápido que se acababa" Desde luego lo que le ha ocurrido a Manuela Parralo no es plato de buen gusto para nadie, pero tantos robos en un espacio tan corto de tiempo tampoco es que sea precisamente un hecho aislado como afirman en el consistorio aljaraqueño. Hoy habla el Huelva Información de dos bandas organizadas diferentes que podrían estar detrás de todo esto. Si el suceso en casa de los Parralo sirve para acelerar su detención, que así sea. Suena un poco triste, pero ya se sabe como va la cosa ... En Valverde recuerdo que pasó una cosa parecida con el botellón. Hasta que no impidió el paso del coche del teniente de alcalde aquello también parecía que eran hechos aislados.

22 noviembre, 2007 18:47  

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