25 enero 2009

Temblor sistemático


En tiempos económicos tan difíciles como los que nos toca vivir, en los que cualquier atajo resulta interminable, quizá lo más aconsejable sea armar partidos políticos, como harán los alcaldes independientes de la provincia. O afiliarse al PSOE o al PP, claro.
Los historiadores de la economía y los cínicos suelen coincidir en que las crisis acaban revelándose como épocas de grandiosas oportunidades para aquellos que saben adaptarse camaleónicamente al medio. Por ello, igual que están aumentando de manera exponencial las solicitudes para formar parte del glorioso Ejército español (recuerden que no hace tantos años el Gobierno tuvo que bajar hasta 70 el coeficiente intelectual imprescindible para poder entregar de por vida tu puntería y tu hambre a nuestras Fuerzas Armadas), la política empieza a recuperar progresivamente su vigoroso ritmo cardíaco incluso en provincias como ésta, uno de los pocos páramos del Occidente que le quedaban a Francis Fukuyama para mantener en pie su fallida teoría del fin de la Historia.
Lo estamos viendo, por ejemplo, en el Partido Popular de Huelva, donde junto al nuevo presidente, el alcalde lepero Manuel Andrés González, descubrimos cada día pululando a gente más extraña (y evidentemente no pienso ni hablo de Jaime Madruga) en busca de un falso protagonismo mediático del que hasta hace sólo unos cuantos meses recelaba también esa mayoría de los sin nombre de la política onubense. Revisen los primeros maitines inmortalizados por los compañeros de la prensa gráfica: ¿no hay mucha gente desconocida con la carpetita y los papeles por delante?
Hay más evidencias de esta vuelta a la política derivada directamente de la recesión económica. Estoy pensando, por ejemplo, en ese diputado provincial metropolitano que ha concluido –tras meses de ardua meditación– que cómo va a mandarlo todo al carajo para encerrarse en su despacho de aparejador con lo que están menguando los ingresos por el ladrillo (no sólo el albañil se ha caído del andamio), la de trabajos impagados que no podrá cobrar ni pleiteando y la garantía de remuneración que supone ese asiento en el Ayuntamiento de los ayuntamientos.
¿Que a cambio va a tener que mojarse de lo lindo en los próximos meses? ¿Que si vuelve a fracasar en la lucha por la Alcaldía en su pueblo perderá la silla y sin haberse ido a Sevilla? Pues sí, pero hasta 2011 tiene garantizados los 600 euros mensuales que cobra un diputado de raso por el mero hecho de ir a sentarse en los plenos. ¿Hacemos una prueba? Que levanten la mano los que estén en disposición de decir lo mismo.
Si los peores augurios se cumplen –como viene sucediendo inclementemente desde hace ya año y medio largo– y las elecciones municipales de 2011 se celebran con unos niveles de desempleo mayores que los actuales, que tiemble el Sistema.

De 'El Rompecabezas Onubense', publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 25 de enero de 2009

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