08 febrero 2009

¿Quién pretende difamar a quién?


«No vamos a entrar al trapo de un periódico que difama y que supera los límites del decoro y de la decencia, confundiéndolos con el insulto y el todo vale». ¿Aclarar qué se hace con el dinero público es humillarse ante el capote, señores diputados provinciales?
Lo pregunto porque esto fue lo que replicó literalmente hace apenas cuatro días el portavoz del PSOE en la Diputación, Ignacio Caraballo, cuando todos los partidos de la oposición criticaban abiertamente que, con los repartos publicitarios del organismo provincial, la mayoría absoluta socialista otorgue un tratamiento de reyes a la prensa afín y de auténticos prófugos a aquéllos que no le bailan el agua a las instituciones capitalizadas por su partido. Es de suponer que el también secretario de Organización del aparato provincial supondrá redundantemente que con este elusivo desplante –travestido de dignidad– queda todo dicho y que ya escampará, pero es que pocas explicaciones más desafortunadas se han escuchado de un representante democrático contra un medio informativo. Y esas facturas hay que pagarlas, porque un truco no tiene que ser tan burdo; y, encima, él lo ha ejecutado con un amateurismo penable. Nada es descartable cuando un tipo llamado David Copperfield puede hacer desaparecer ante tus ojos la Estatua de la Libertad, pero la verborrea de Caraballo logra el efecto contrario: realzar mágicamente cada escándalo institucional que intenta evaporar ante el ciudadano incauto.
Con todo, lo que más sorprende es oír estas ofensas de alguien que no ha sido diana ni de éste ni de ningún periódico de ámbito provincial, porque (dicho con todo el respeto del mundo hacia ese pueblo) la pelea política por la Alcaldía de Chucena no se asemeja, ni por asomo, a la batalla que se libra en la capital y el resto de municipios metropolitanos o costeros. Así, a bote pronto, uno recuerda acaso aquella vergonzosa manola arrendada por su Ayuntamiento para el paseo y masaje rocieros de todo alto cargo subible, escándalo concatenado con el de la Casa de la Provincia, aquel «punto de encuentro» de los onubenses localizado «solidariamente» hace tres años en la aldea almonteña que, pese a las firmas recogidas por Juventudes Socialistas, jamás volvería a abrir sus puertas a los niños de don Diego. Pero ahí ¿quién traspasó las líneas rojas del decoro y la decencia? ¿El que gastó el dinero de sus vecinos en el charré o los que denunciaban la de manzanilla que acaba derramándose en este tipo de inversiones políticas?
Difama el que puede, no el que quiere. Este periódico se limitó estas navidades a revelar los detalles de unas cuentas públicas que ni tienen ni deben ser secretas. A partir de ahí sí que vale todo: la confirmación, el desmentido, la rectificación, los tribunales o el silencio más clamoroso. No se confunda, señor Caraballo. El insulto no tiene cabida aquí. Se equivoca usted de diario. Diariamente.


De 'El Rompecabezas Onubense', publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 8 de febrero de 2009

Etiquetas: ,

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Es la misma estrategia, repetida una y mil veces. Cuando algo huele, se empieza a enmerdar todo lo que haya alrededor. Así el origen del olor a podredumbre se difumina.

Tema I, punto I, de los cursillos acelerados del "buen gobernante socialista".

Una lástima que vivamos en una provincia ciega, sorda y muda, apaleada, pero de felices electores.

Es un placer leerte. Un saludo.

08 febrero, 2009 18:44  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio