Urbanismo
Un constructor sevillano, nuevo pero baqueteado ya en el negocio del ladrillo, hacía el otro día la siguiente reflexión: “A Sandokán lo acusa el juez instructor de la operación Malaya de haber entregado un cheque de 600.000 euros a nombre del Ayuntamiento de Marbella. Y yo me pregunto qué de malo hay en eso, porque en definitiva es un dinero que no se reparte en sobres cerrados entre concejales, sino que repercute en beneficio de la colectividad... Una cosa es el político que te obliga a entregar tal cantidad si quieres tirar para adelante con tu proyecto, que yo entiendo que se le persiga y que se le acuse de corromper al empresario. Pero ¿qué puedes hacer tú aparte de pagar lo que te piden? ¿Te quedas sin invertir?”. El atrevimiento del juez Miguel Ángel Torres en la costa malagueña nos invita a todos a reflexionar en tertulias de sobremesa sobre el alcance penal que han de tener las corruptelas urbanísticas. En este sentido, no faltan actores del mayúsculo sector de la promoción que se definan como los cándidos paganinis de un sistema gangrenado hasta el desahucio. Sin ir más lejos, este pasado fin de semana, en su artículo En ‘Marbella vice’, lujo y corrupción a mogollón (digno de ser recortado y puesto a buen recaudo, como tantos otros de su sección dominical La Rueda de la Fortuna), Jesús Cacho reproducía un esclarecedor comentario de Luis Portillo, el multimillonario presidente de Inmocaral que empezara a amasar su fortuna a los 23 años como peón de albañil de una modesta empresa de subcontratas de su padre: “Si estás a punto de entregar una promoción de 500 viviendas y vas al Ayuntamiento de turno a solicitar la cédula de habitabilidad y te piden medio kilo por cada piso para entregártela, pues me dirás qué haces, con los propietarios presionando para entrar en sus casas”. En el sentido contrario también nos encontramos últimamente con graves testimonios como el del alcalde de IU en la ciudad toledana de Seseña, Manuel Fuentes, que denunciaba hace dos o tres semanas que Francisco Hernando, más conocido como Paco el Pocero, otro hombre de negocios hecho a sí mismo perfectamente relacionado con los centros del poder socialista en Castilla-La Mancha, le había interpelado con palabras poco alentadoras para que le diera el visto bueno a las 13.500 viviendas que está construyendo en el pueblo: «Eres gilipollas, el único alcalde honrado de España; me sales barato»... ¿Que qué pasa en Huelva? Pues lo que ven, que el debate sigue convenientemente soterrado aunque el morbazo electoral está servido. ¿Cuántos concejales de Urbanismo están dispuestos a hacer las maletas en diez meses no vaya a ser que...?
Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 26 de julio de 2006
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