08 noviembre 2007

Puerta cerrada, ventana abierta

La sentencia absolutoria de Pepe Cejudo y Paco Sánchez por el famoso caso mobbing devino firme ayer, tras la renuncia de la Fiscalía y del denunciante a recurrir el fallo en tiempo y forma. En la noticia del pasado martes que adelantaba a los lectores esta circunstancia, el compañero David Yoon explicaba también los motivos por los que tiran la cuchara tanto el Ministerio Público como la acusación particular (en contra esta última de lo anunciado por Benito Saldaña el mismo día en que trascendió que no habría lugar a condena), y que no son otros que la «contundencia» y la «claridad» de la resolución judicial firmada por Adulfa Medina, para algunos la verdadera triunfadora de este proceso penal que, si se ha dilatado tantísimo en el tiempo, también es (y no está de más recordarlo, sobre todo teniendo en cuenta que se ha alegado jurídica, política y mediáticamente la prolongada «pena de banquillo» a la que se han visto sometidos los acusados) porque hubo una petición expresa del abogado de la defensa para que se suspendiera la vista oral en pleno proceso electoral de los pasados comicios municipales, por la necesidad imperiosa de asistir él en persona a otros juicios impostergables que se tenían que desarrollar en paralelo en la capital de España. Contundencia y claridad, pues, para cerrar este asunto con carácter definitivo. Curiosamente, dos de las notas características que ha de tener el comportamiento de un acosador laboral para ser punible y que, según concluye el dictamen de la juez, no se daban en este caso, por muy mal que haya estado realmente el arquitecto Francisco Muñoz en términos clínicos. O sea, que lo que falta por un lado, termina sobrando por el otro. Porque ya se sabe que Dios, cuando da un portazo, siempre abre una ventana... La única desazón que me queda es qué habrá sido de Soledad G.D., la aparejadora que trabajaba en la Unidad de Arquitectura de Zalamea bajo el ordeno y mando de la parte demandante, quien confesó ante la autoridad judicial que había solicitado el traslado en la Diputación para no volverse loca. «No me fío de él porque no sé de lo que es capaz. Es una persona que me da miedo», le dijo a la magistrada, tras relatar cómo podía ser su tenebrosa jornada laboral con un superior directo que «se niega a hablarme y se comunica conmigo mediante escritos». De veras que no son ganas de enredar, pero digo yo que a esta chica le bastaría con ratificarse en su testimonio ante la activa Fiscalía de Huelva para que se le pidan como mínimo dos años de cárcel al no recurrente, ¿verdad? Y recuerden que el sevillanísimo Mateo Alemán descalificaba la venganza por ser (a su juicio, que no es el mío) un «acto femenil»...

Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 8 de noviembre de 2007

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3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Mi más sincera enhorabuena a Pepe Cejudo, un hombre de gran talla pesonal y política que ha tenido que padecer injustamente un verdadero calvario por culpa de la acusación falsa de un impresentable y también por culpa de la irresponsabilidad del Ministerio Fiscal.

08 noviembre, 2007 20:06  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Después de la grave metedura de pata con el Sr. Cejudo, a la Fiscalía de Huelva no le queda más que una carta para reivindicarse y es ofrecer resultados de altura en el caso de las comisiones del urbanismo de Aljaraque, un verdadero caso de corrupción de los gordos en el que la Fiscalía puede brillar a nivel nacional o hundirse en el fango de la incompetencia.

12 noviembre, 2007 17:22  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Ten por seguro que se hundirán en el fango de la incompetencia. En Huelva no hay ni jueces Torres ni fiscales con cojones para destapar casos de corrupción urbanística, como en Marbella.

13 noviembre, 2007 20:07  

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