19 agosto 2006

La carta

El portavoz de la plataforma Fuegos Nuncas Más, mi antiguo profesor de Educación Física Juan Romero, le acaba de mandar una carta al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para preguntarle directamente «por qué no vino a Riotinto y sí a Guadalajara y a Galicia». Hace un año, la Junta y el PSOE de Andalucía excusaban al alimón al jefe del Ejecutivo central porque en Guadalajara, aunque apenas si ardió un tercio de las hectáreas que se calcinaron entre Huelva y Sevilla en 2004, murieron 11 trabajadores de un retén, lo que elevaba este desastre medioambiental a la categoría de hecatombe. Ahora en Galicia han sido dos mujeres las que han muerto intentando huir en su coche de las llamas, concretamente en Cerdedo. Aquí, en Las Delgadas, las dos personas que murieron al no poder salir corriendo con su vehículo por una carreterita de Las Delgadas integraban un matrimonio, pero ahora ya no se habrá de tener en cuenta el número de víctimas mortales para justificar el testimonial garbeo de Zapatero, que curiosamente –revisen la hemeroteca– giró visita a la zona apenas 48 horas después de que Rajoy le reprochara que estuviese veraneando tan ricamente mientras ardían en torno a 80.000 hectáreas. Ahora que interesa, se resaltará la dimensión de la catástrofe medioambiental: ese medio siglo que algunos medios de comunicación resaltan que tardará en recuperarse el monte gallego (como si los campos de Berrocal fueran a recobrar el verdor en menos tiempo). «En Guadalajara escuchó el silencio de un paisaje inerte –sensación que recordará sobrecogedora– y en Galicia está escuchando el fragor y crepitar de las llamas», le recuerda Juan Romero a ZP, antes de escribirle que «no podemos dejar de lado que se están dando circunstancias que nos hacen sentir agraviados y abandonados por la Administración central a la que, como ciudadanos que somos, hemos tratado con el más riguroso respeto y civismo». Cuando el fuego de Riotinto, hagan memoria, se decía también que el poder gubernamental estaba perfectamente representado por la titular de Medio Ambiente, Cristina Narbona, la misma a la que el teórico Suso de Toro ha puesto a caer de un burro tras los fuegos norteños con su despechado comentario de que «a ministra llega cualquiera» diluido en las ondas hertzianas. Ya se cubrió de gloria aquí hablando de ese «terrorismo ecológico» desmentido por los hechos, y ahora trata de desdecirse de la «trama» orquestada –quid prodest?– por la derecha. ¿Hacen falta más pruebas de que nuestra Cuenca Minera no le interesa a esta clase política?
Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 19 de agosto de 2006

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