El recelo
La gente que está detrás de Rumbo 5 Cero, la sociedad instrumental que compró 1.200 hectáreas en la Cuenca Minera y se llevó dos meses sin decir ni mú, sigue sin entender por qué los vecinos de esta paupérrima comarca muestran tanto recelo ante el anuncio de un proyecto integral de reconversión económica costeado por la iniciativa privada y fraguado en torno al ladrillo. Después de casi medio siglo de estampida poblacional (por el Polo Químico primero y la crisis minera después), tras décadas interminables en las que los lugareños han rezado —día tras día— por un crecimiento cero que restañara esta mortal brecha humana y espantara el fantasma de la desaparición de tantos pueblos y aldeas, resulta que vienen unos señores de Sevilla (de la mano del ángel Javier Pérez Royo) y anuncian un campo de golf de 18 hoyos en las traseras de Bellavista que, al menos sobre plano, nada tendrá que envidiar a los costeros; un polígono industrial con empresas dentro —el leal Pepe Cruz sigue ampliando negocios—; y un sinfín de viviendas que serán ofrecidas principalmente a sevillanos y a guiris empapados de la gloria del Imperio para convertir a Riotinto en una acogedora y estratégica plaza donde pernoctar durante las vacaciones estivales e invernales. ¿Se imagina alguien ese sugerente anuncio a todo color en los periódicos? “A sólo un paso por carretera de la Costa y de la Sierra”. “Within and easy drive of both the beach and the mountains!”... Ciertamente resulta difícil que una docena de pueblos confíen su suerte a unos empresarios. Pero hagamos números. Pagaron por los terrenos a la Agencia Tributaria 2,8 millones de euros (465 millones de pesetas) y se está hablando de construir mil viviendas de renta libre a las que habría que sumar las consabidas 300 de protección oficial a las que obliga la nueva ley del suelo. Pongamos que esas casas se vendan por 120.000 euros, 20 millones de las antiguas pesetas, para competir tanto con la oferta inmobiliaria de primera línea de playa como con la que florece a la sombra de los castaños. La idea es ofrecer un coqueto green a esa gente que sueña con una segunda residencia y no les llega para comprarse un chalé en Punta Umbría o una casa en Aracena. Multipliquen y verán que hablamos de 120 millones de euros. Les restan los 2,8 millones del coste de los terrenos y lo que supongan urbanización y ejecución del proyecto y ahí está el negociazo. De lo que no terminan de enterarse los de Rumbo es de que fue esa clase media con ambiciones la primera en largarse de Riotinto.
Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 10 de agosto de 2006
Etiquetas: Aracena, Cuenca Minera, Punta Umbría
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