01 diciembre 2005

Registrado

Hace un par de días recibí la llamada telefónica de la responsable de prensa de una de la consejerías del Gobierno andaluz. Era a cuenta del polémico registro de actividades, bienes e intereses de altos cargos de la Junta, publicado recientemente en Internet —para deleite de cotillas y envidiosos— a través de la página web del departamento de Justicia y Administración Pública. Resulta que a alguien, al transcribir tanta declaración jurada y tantísimo número con decimales, se le debió de ir el santo al cielo y había acabado transformando a un par de responsables políticas en inopinadas euromillonarias, siendo una de ellas Ana Barbeito, de las más laureadas promesas del socialismo onubense que, la verdad, no me explico cómo no ha entrado en la terna de candidatos a la Alcaldía de Aljaraque con Francisco Huelva y el definitivamente victorioso José Martín. Nosotros habíamos publicado los patrimonios de directores generales tal y como aparecían en el portal de Internet de la Junta, donde llevaban colgados los informes varios días. Así, le atribuimos a la cartilla de ahorros de la ex delegada provincial de Innovación, Ciencia y Empresa el millón y medio de euros que ya quisiera ella tener. Finalmente, la culpa es de los de siempre. “Es que vosotros teníais que contrastar la información que publicáis”, terminó espetándome la jefa de prensa del consejero, después de llevarse un rato intentando convencerme de que debíamos rectificar inmediatamente. No, perdone; aquí el único que ha metido la pata son ustedes. Los que han introducido temerariamente los datos patrimoniales de los altos cargos de la Junta, los que no se han tomado la molestia de ir verificando a posteriori uno a uno esta información tan sensible para pulir cualquier posible error injustísimo, y los que en su día tomaron la decisión demagógica y puramente propagandística de dar publicidad absoluta a la situación económica de todo bicho viviente que ostente algún cargo de representación política en la Administración regional. Mis explicaciones o no fueron muy claras o no se entendieron bien, porque a primera hora de la tarde recibí la llamada de otra responsable de comunicación de la Junta para decirme —con mejor tono, eso sí— que, como le habían dicho que no daba credibilidad a la arrodillada versión de su compañera, supiera al menos que “efectivamente” ya se habían corregido los “errores informáticos” y que, en resumidas cuentas, podía contrastar mi manipulación... Debí soltárselo pero me lo callé: lo que resulta inexplicable es que el Gobierno andaluz siga sacando pecho por un registro más falso que la monea, con un presidente manirroto y demasiados directores generales en bicicleta.

Del archivo de EL MUNDO Huelva Noticias

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