Pronóstico
Soy de los plenamente convencidos de que Juan Serrato logrará la mayoría absoluta en las próximas elecciones municipales en Gibraleón, con mayor o menor diferencia de concejales o de votos, que es —además y si me apuran— lo de menos. Tras refrendarse esa victoria en la próxima primavera, las aguas volverán a su cauce en lo social y en lo institucional, de modo que los olontenses tendrán alcalde (y quién sabe si también un cálido escaño en alguno de los parlamentos nacionales) para tres mandatos como mínimo, que se dice pronto, a los que al final de todo habrá que sumar este año y pico sencillamente inefable. Si mi predicción no es errónea, el PP tocará fondo no ahora en 2007, sino en las municipales de dentro de cinco años, cuando por fin se abrirá el debate sobre la necesidad de romper amarras con la vieja escuela y sus vicios, con lo cual la crisis interna popular se agravaría irremisiblemente. Dicho esto, también digo que la moción de censura contra Gómez Cueli le resta votos al PSOE, aunque los socialistas quieran hacer de esto un asunto menor quitándole hierro con argumentos cuantitativos de que más votantes da la plantilla de un ayuntamiento. El eterno debate del fin y los medios, o sea. Pero permítanme que insista en esta idea; que Esperanza Ruiz, una de las hacedoras —a la luz y en la sombra— de las dos últimas mayorías absolutas del PP, sea la que efectivamente les haya dado las llaves del Consistorio, es algo que no sirve para recabar votos. Más bien todo lo contrario. Lo enfatizo porque los principales artífices e ideólogos del actual gobierno municipal creen que, a partir de la última semana de mayo de 2007, nadie va a cuestionar este recurso puntual al transfuguismo porque todo el mundo comprenderá definitivamente el sentido y la utilidad de esta venial treta democrática. Lo piensan los mismos que veían en Serrato a un pelele incapaz de hacerse por sí solo con el sillón presidencial del Ayuntamiento, los que no entendían por qué tardó tantos meses en convencer a Espe de la conveniencia de mandar a la oposición a sus ex compañeros. Los promotores políticos del cambio pretenden cargarse de razones en unos pocos meses, con la victoria del PSOE en las urnas, cuando cualquier analista medianamente informado sabe que la derrota del PP será fruto de su brutal desgaste en Gibraleón por tantos años ejerciendo un poder omnímodo. Se confunden los que armaron la moción de censura: hasta un tipo tan flojito políticamente como Juan lo tenía todo hecho para ser proclamado alcalde. Bastaba con la cartelería. Eligió el camino más corto, el atajo antidemocrático, temeroso de otra saca de Correos que ahora irá abultada convenientemente.
Publicado en EL MUNDO Huelva Noticias el 11 de octubre de 2006
Etiquetas: Gibraleón, PP de Huelva, Tránsfugas
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