El infierno de Marga
«No sé si Ulises en su bajada a los infiernos se amedrentó tanto». El pavor lo confiesa Margarita Ramírez-Montesinos, que para quienes no lo sepan es la mujer del histórico líder del socialismo onubense Carlos Navarrete. Su escrito sale hoy publicado en la sección de Cartas al Director de El Mundo Huelva Noticias, donde Marga detalla lo que ha visto y temido a lo largo de las eternas semanas que suma ya junto a una cama de la UCI del Hospital Infanta Elena de Huelva capital, acompañando a Carlos. «Un pellizco me agarrota el corazón al observar en un espacio muy reducido seis o siete camas en paralelo separadas por una cortina blanca. En la cabecera de cada una de ellas, monitores de la más alta técnica van informando de las constantes del paciente, y en una mesa reducida, cirujanos anestesistas, intensivistas y todo el personal sanitario adscrito a esta unidad, afanosos, expectantes, solícitos, auténticos profesionales, tratan de espantar la muerte agazapada en la almohada de cada enfermo crítico».«Son los héroes modernos que realizan contra ella un combate singular en un campo desigual. Pues el recinto en el que se mueven es propio de un hospital de un país subdesarrollado ya que el hacinamiento de las camas favorece el pulular de gérmenes contentos que saltan festivos del lecho de un enfermo a otro, transmitiendo de esta forma infecciones cruzadas. La política institucional de la Junta, en lo que se refiere a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Infanta Elena, es caótica. Hay crisis, hay que reducir gastos, pero no a costa de los enfermos críticos que yacen como clandestinos en este lugar tan sombrío y tenebroso como los infiernos de Ulises».
No recuerdo otro alegato más puro, honesto e inaplazable en defensa de la dignidad de la sanidad pública. Y digo más: los responsables del SAS no lo deberían haber sido nunca si siguen blandiendo excusas para lavarse las manos ante el desastre absoluto al que llega la atención clínica en algunas de sus dependencias. No hay derecho a que estas cosas pasen en pleno siglo XXI y con un Estado social como el descrito en la Constitución Española desde hace ya unas cuantas décadas. Pero a la vista queda que los derechos no se tienen: se reclaman. Y que, con Marga a su vera, los de Carlos Navarrete están garantizados por siempre.
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