20 noviembre 2009

Ni más ni menos

Marqués Perales daba ayer por hecho en Huelva Información que Petronila Guerrero, la presidenta de la Diputación y del PSOE andaluz, será la candidata socialista a la Alcaldía de la capital onubense en 2011.
La conclusión no es nada original (el descubridor de la jugada fue Rafael P. Unquiles, mi jefe en El Mundo Huelva Noticias), más aún cuando hace semanas el director de la cabecera de Joly, Francisco Chaparro, le preguntó directamente a la aludida en una entrevista (con referencia expresa a los elogios de Barrero, el que nunca falta) y la concejala de Aljaraque, en vez de autodescartarse agradecida, se limitó a decir que éste no es el momento de hablar de sus opciones, que son ganas de dejarse querer por los focos.
Sospecho que Petri aceptaría si la convencen personalmente sus pares (es evidente que no hablo de Mario Jiménez); porque, pragmática, pensará que el mal trago de la derrota ante el PP de Pedro Rodríguez le garantiza otros cuatro años al frente del Ayuntamiento de los ayuntamientos, en Cajasol y el Puerto sumando dietas para dorar su futuro retiro y, además, manos libres en el PSOE capitalino y provincial.
A la Guerrero seguro que no le van a hacer lo de Manuela Parralo o Elena Tobar de condenarla a deslucir en la desvencijada silla de lideresa de la oposición capitalina. Directamente no hay valor. Así que el morbo reside en quién aceptará ir de número dos en la candidatura socialista para asumir la pelea diaria con Rodri.
¿Esas alforjas hacen falta para este viaje? Desde luego que no. Pero Petronila no organiza la expedición: es la invitada de honor, nada más. ¡Y nada menos!

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16 noviembre 2009

Consejeros candidatos por definir

«Griñán no descarta introducir cambios en el caso de que algún o algunos de los consejeros fueran candidatos en las elecciones municipales: "Ésa sería la razón y no otra"».
Lo pueden leer hoy aquí mismo, en la edición andaluza de El País. Lo firma Lourdes Lucio, que no se ha ido de la lengua como Pepe Aguilar en el Huelva Información del domingo, porque a través de ella simplemente se puntualiza (con mucha más eficacia que llamando a la Ser el portavoz del Gobierno andaluz, Manuel Pérez Yruela, está claro). Además, partimos de que nos referimos a una compañera que se ha demostrado siempre muy respetuosa con los off the record de la Presidencia de la Junta, como sin ir más lejos demostró pública y fehacientemente hace apenas un par de días, con aquel punto y final que le puso a la resaca amable del debate sobre el proyecto presupuestario.
Si la clave son los comicios locales de 2011, como se sugiere desde el periódico global en español, más señalada se sentirá a partir de este momento Cinta Castillo, la titular de Medio Ambiente, consciente como pocas personas del problemón que supone Huelva capital para el PSOE en todos los sentidos. Pero que ella no se quiere coscar de Sevilla es, si cabe, aún más cierto. Como innegable resulta también que Griñán muestra predilección por los jardines más silvestres. Y en el que se está metiendo ahora, él solito, conduce a un laberinto sin otra salida que desandar cada paso dado al frente.

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15 noviembre 2009

Olvidada y... ¿candidata?


En Huelva Información y todas las cabeceras del Grupo Joly, escribe Pepe Aguilar (informado hasta de la última película que vieron juntos Griñán, Chaves y la eternamente influyente Amparo Rubiales) que durante la próxima primavera el aún flamante presidente de la Junta recortará el Ejecutivo andaluz para hacer desaparecer varias consejerías, lo que obligará a recolocar a algunos miembros del exclusivo Consejo de Gobierno.
Imagino que le resultará bastante intranquilizador a nuestra máxima representante autonómica, Cinta Castillo, el hecho de verse excluida del recuento de los que tienen más que justificado su sueldo y, por tanto, su continuidad. Lo mismo ocurre con sus compañeras Rosa Torres, la cultural, o Clara Aguilera, la agraria, que también estuvieron hace unos meses jugando al juego de la silla, cuando perdieron su asiento Francisco Vallejo, Evangelina Naranjo y Teresa Jiménez. Si las obviadas se congratulan de que Aguilar también olvide a la ex alcaldesa de Córdoba Rosa Aguilar (vale la redundancia), será por ganas de negar que están dispuestas a aguantar de pie junto la tapia hasta que suene el tiro propio.
Dos cosas digo yo: la primera, que ojalá Griñán ya hubiera hecho los recortes previstos (no hace falta recordar que lo nombraron con los niveles de polen muy altos); unos recortes que, por otro lado, habrá que comprobar en qué se quedan final y exactamente. La segunda, que a ver si a Cinta no nos la pintan en breve como la candidata ideal para optar a la Alcaldía de Huelva a partir del próximo verano (seguro que hoy es más conocida por el vecino de la capital que hace cuatro años). Sería el modo de seguir atizando duro a Pedro Rodríguez por abuelo, algo que, si viniera de la presidenta de la Diputación, Petronila Guerrero, sonaría a chiste.
En cualquier caso, a nadie escapará que la Castillo sería una candidata a palos. Porque ella sueña despierta con estrenar la reforma del Palacio de San Telmo. Porque ningún político quiere pasar a la historia de la autonomía andaluza con un marchamo de provisionalidad reforzado por la azarosa circunstancia de no haber llegado a poner el pie en otra sede que la circunstancial de la Casa Rosa.

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14 noviembre 2009

Paralelismos costeros

Después de todo lo que se dijo desde el PSOE en su día (hace sólo unos meses, no se crean; que el tiempo pasa volando), ¿habrá acogido con carcajadas o con risa sardónica el presidente del PP de Punta Umbría, José Carlos Hernández Cansino, la denuncia contra el alcalde de Ayamonte, el socialista Antonio Rodríguez Castillo, por tener trabajando para el Ayuntamiento a sus antiguos compañeros de bufete, seguro que a precio de saldo y con todas las bendiciones legales y leguyelas? Por cierto: ni Borges se atrevería con paralelismos tan logrados.

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13 noviembre 2009

«¡Falta Barrero!»

El «¡Falta Barrero!» que le gritó ayer —con plena complicidad— el portavoz socialista José Antonio Alonso al presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, se reduce a anécdota divertida, pero estuvo a un tris de acabar en histórico drama democrático.
Una gastroenteritis aderezada con una bajada de tensión dejó al de Sotillo de la Adrada (justo en el momento clave de la votación de la nueva financiación autonómica) en los pasillos de la Cámara Baja, la cual, por lo visto, se bunkeriza hasta quedar herméticamente cerrada (¿a lo mejor a raíz del 23-F?) cuando llaman a sus señorías para apretar el botón decisivo, ya sea con manos o pies.
El mal rato que tuvo que pasar Javier hace escasas 24 horas no lo quiero ni para mí ni para nadie, así que mi solidaridad plena y sincera con el afectado. Lo puso Cervantes en boca del Quijote: «El trabajo y peso de las armas no se puede llevar sin el gobierno de las tripas». Pero que dé gracias a Dios por el hecho de que su ausencia no resultara decisiva, porque una tontería de éstas lo descabalga como secretario primero de la Mesa del Congreso.
En determinados sitios de privilegio se puede estar con la cara roja, amarilla o verde; lo que no se puede es no estar, y menos aún por culpa de un mal café. Y que no se olvide Barrero de una cosa: con 60 primaveras florecidas a sus espaldas, los delfines ya no le van a saltar simpáticamente sólo en Mazagón.

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12 noviembre 2009

Pelea lepera


No sé hasta qué punto se puede considerar políticamente correcto, en tiempos de Bibiana Aído, lo de sacar a la luz pública un vídeo captado por una cámara de seguridad en el interior de una modesta empresa inmobiliaria donde se ve una pelea entre socios masculinos y heterosexuales derivada en esencia de la crisis económica y las inevitables tensiones empresariales que, en último término, ya sabemos todos que traen causa directa e inequívoca de la idiotez congénita de Bush II, como ya se encargarán de explicar los libros de texto del pasado mañana.
Desde siempre, la violencia ha incitado más al vouyerismo que el sexo. También la risa despendolada frena y emboba al transeúnte, y está claro que da para un par de chistes malísimos lo de la promotora Okey de Lepe en la que un socio acaba Kao. Pero también la política nos obliga a visionar imágenes de limpios mamporros si, por un casual, resulta que uno de los implicados en la reyerta tiene otro despachito cerca del alcalde. En tal caso, daría igual que el asesor mancomunado fuera el agredido al grito de 'Vacilón de mierda', porque cada hostia probaría el odio popular (sin cursiva) que acumula todo lo que rodea al regidor.
En mitad del vídeo (ya descolgado del facha Youtube), el «igual» golpeado —copyright ministerial— se revuelve con un elocuente «Voy a ver a tu mujer y le voy a dar una noticia que te vas a enterar». El periodista, que lo ve y lo escucha, narra sin embargo lo siguiente: «Al margen de estas palabras, cuyo significado oculto no ha trascendido (la víctima guarda silencio sobre este asunto), los puñetazos fueron aún mayores por parte de la persona que se observa en las imágenes citadas».
Cuestiones y dudas que me asaltan: ¿cómo que 'al margen' de esas palabras si resulta evidente que fue precisamente 'por' esas palabras por lo que se aceleró la cadencia de los puñetazos? Además, ¿alguien tiene absolutamente claro quién es la víctima que calla para que no trascienda lo que pueda quedar ya oculto del mensaje para la señora: el golpeado o el amenazado? Y una última: ¿interesa lo más mínimo escarbar para verificar la intrascendencia social de algo que a buen seguro sólo trascenderá en el ámbito marujil?
Si yo fuera M.A.S.F. (ridícula formulación para preservar la intimidad de quien sale fotografiado en el periódico a las puertas del juzgado), estaría profesionalmente bastante tranquilo. No posee acta de concejal alguna y, si hay que buscarle acomodo, pues siempre habrá hueco. Ya lo demostró el PSOE de Huelva (con el beneplácito del Instituto Andaluz de la Mujer) en el caso de Manuel Durán, el antiguo edil de Aracena condenado por lesiones a una chavala del pueblo —que se revolvió, la muy estrecha, cuando éste le cogió el culo sin permiso— pero resarcido moralmente con una subida salarial. Seguro que el diputado nacional Pepe Oria nunca lo habría consentido.

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